4.9.07

Capítulo 2º
CRONICA DE LOS VIAJE DE HACHIRO, SAMURAI DE LA FAMILIA HIRUMA DEL CLAN DEL CANGREJO
La Delegación Cangrejo. El viaje a Fukurokujin.

El invierno había llegado a Rokugán. La temporada de guerra en la Muralla Kaiu había terminado. Hiruma Hachiro, explorador de la familia Hiruma del Clan del Cangrejo, había pasado por su primera estación guerrera tras su ceremonia de gempukku sin más incidentes que unas cuantas escaramuzas contra bandas dispersas de trasgos. Los Ogros eran escasos y a los Oni parecía que se los hubiera tragado la tierra. Era frustrante. No había gloria en limpiar de trasgos los territorios de las Tierras Sombrías, era trabajo para los exterminadores de alimañas, no para bushis.
A parte de las ansias normales en un joven samurai Hachiro se veía siempre comparado con la figura de su padre, Hiruma Matsuhiro, y se mostraba más que impaciente por demostrar que merecía llevar el apellido de tan ilustre antecesor. Hiruma Matsuhiro, ahora retirado, había sido el explorador que, en solitario, había salvado la vida al hijo del Campeón Esmeralda durante una irreflexiva expedición del joven príncipe en las Tierras Sombrías. Por ello, había sido nombrado Magistrado Esmeralda por el agradecido padre.
Todos lo habrían considerado, en principio, un mero acto de cortesía (no era normal que el Campeón eligiera a sus investigadores y jueces de entre los toscos Cangrejo, y mucho menos entre la familia Hiruma) si el nuevo Magistrado Esmeralda no hubiera demostrado que era más que válido para el cargo. En una breve carrera de cinco años como Magistrado, Matsuhiro se ganó la fama de implacable cazador de delincuentes. Allá donde iba, los enemigos del Imperio escondían la cabeza, y no volvían a asomarla hasta que el concienzudo Hiruma estuviera muy lejos. Ni siquiera paraba mientes en el Clan, ascendencia o posición del sospechoso. Si era culpable no había contacto ni parentesco que librara al reo de su castigo. Esto le granjeo numerosos enemigos, entre los que destacaban parte de otra de las familias del Clan Cangrejo, la familia Kaiu, los constructores y herreros de entre los Cangrejo. Matsuhiro descubrió una conspiración para debilitar cierto sector de la Muralla defendido por Hidas e Hirumas, con el fin de desacreditar a aquellos y aumentar el poder de la familia Kaiu dentro del Clan. El culpable de tamaña traición fue obligado a realizar seppuku y su familia cayó en desgracia. El resto de los Kaiu no miraban con buenos ojos al Magistrado y en particular los parientes del traidor habían jurado vengarse y recuperar la espada Kaiu que, como trofeo, pasó a formar parte de la armería de Matsuhiro. Esa espada es la que él mismo entregó a su hijo tras la ceremonia de gempukku de este, un símbolo de orgullo para Hachiro, pero también la carga de tener que demostrar que era digno de portarla.

De este modo el joven samurai se encontraba con que no había hecho nada digno de mención durante toda la temporada guerrera y tenía la esperanza de que en invierno tuviera alguna oportunidad de demostrar su valía en la Muralla Kaiu. Pero esa oportunidad tampoco iba a darse porque fue elegido para formar parte de la Delegación Cangrejo en la Gran Negociación. Frustrado, se apresuró a acudir a Kiuden Hida a recibir sus órdenes y ponerse a las órdenes del cortesano al mando de la Delegación. No entendía la necesidad de retirarlo de la Muralla, más aún cuando su papel no iba a ser más que figurativo: El hijo de un famoso Magistrado Esmeralda, famoso por sus relaciones con el clan de la Grulla iría en representación de su clan. Pensaba que un guerrero como él no pintaba nada en una encuentro de cortesanos y diplomáticos. No sabía hasta qué punto se equivocaba. Su templanza y valor iban a ser puestas a prueba muy pronto.
Al mando de la expedición iba un personaje de fama siniestra: Yasuki Zenko, apodado “El Oscuro”. Un samurai maduro, rapado al cero, de rostro hosco y, eso asustó a Hachiro tuerto del ojo derecho (las viejas supersticiones son difíciles de extirpar). Las razones por las que estaba al mando eran bastante claras pues Zenko era famoso por ser uno de los negociadores más duros de todo Rokugan, muchas veces usando tácticas que muchos, en voz baja claro, afirmaban deshonrosas. Por si esto no fuera suficiente, otra razón había para que el Oscuro fuera el mas alto representante del Cangrejo en esta reunión, Zenko era famoso por su visceral odio a la Grulla. Antes moriría que ceder la más mísera parcela de tierra a los hijos de Doji. La primera impresión de Hachiro, si bien no fue buena, fue de respeto, el tuerto sabía mandar sin ser brusco, pero con una firmeza que dejaba lugar a las consecuencias de una desobediencia. Con el paso del tiempo, Hachiro deploró no haber prestado más atención a esta característica de su jefe. Pero no adelantemos acontecimientos, baste decir que Hachiro llegó a respetar a Zenko, pero no llegó a apreciarle como camarada.
Los otros miembros de la delegación, al igual que Zenko, fueron elegidos entre los Cangrejos por sus extraordinarias cualidades. Cada uno en su campo, destacaban entre las aguerridas huestes de los defensores de la muralla. Eran dos, un guerrero, Hida Motako y una shugenja, Kuni Yuki. Ambos, al igual que Zenko, marcaron para siempre la vida de Hachiro así que considero necesario hacer, al menos, una somera descripción de ellos.
Hida Motako, algo más que prometedor guerrero, a sus dieciocho años ya se había destacado, y sobrevivido, a multitud de batallas contra las Tierras Sombrías. Era de enorme tamaño y fuerza, armado con su descomunal tetsubo tachonado de jade, se había convertido en la pesadilla de las criaturas de las sombrías. Si eso no hubiera sido indigno de un samurai, Hachiro hubiera dicho que, el día que lo conoció, se asustó como no lo había estado en su vida. Sin embargo esta sensación se desvaneció en cuanto rascó un poco en la cubierta de músculos y cicatrices que era su compañero. Pocas veces se había encontrado nunca, y pocas veces se encontró después, un camarada tan fiel y afín como el gran Hida.
El papel de Motako en aquel viaje era el de ser el campeón que respondería a todos los desafíos que la delegación sufriera y, según Zenko había insinuado, también lanzarlos si la negociación por vías diplomáticas no marchaba por buen cauce para los Cangrejo. No solo era hábil con la gran maza de guerra, también destacaba en las artes de duelo y para ello había sido elegido, y para ellos entrenaba a diario con Zenko y con Hachiro. Descendiente de uno de los más grandes Hida de la historia del clan, el gran guerrero entendía perfectamente la carga que llagaba Hachiro sobre los hombros. Él estaba orgulloso de ser el elegido del clan como campeón, pero tenia miedo de no ser digno de ello. Y el miedo no era algo muy habitual en la vida de Motako.
El cuarto miembro de la expedición era, como ya indiqué antes, una maga, posiblemente la shugenja mas poderosa, y extraña, con la que el joven Hiruma se había cruzado jamás. Tampoco la primera impresión fue buena, de hecho estuvo a punto de echarla a patadas como al mendigo que parecía. Flaca, desaliñada, sucia y con la mirada un tanto perdida en ensoñaciones que solo ella veía, uno no se daba cuenta de que estaba ante una samurai ko hasta que se percataba del wakizashi que portaba en la sucia saia, y del poder que podía llegar a emanar de ella si así lo deseaba.
A pesar de ser capaz de desatar la furia de los Kami, con solo susurrar las palabras adecuadas, nunca hacía alarde de su poder y se comportaba como si el desprecio de los demás no estuviera allí. Situaciones que para otro samurai hubieran sido insultos imperdonables, ella las dejaba pasar con una sonrisa en los labios y un murmullo, que dejaba al ofensor mudo, como entreviendo que seguía vivo porque era insignificante. Kuni siempre pensaba que se podía hablar con todas las cosas, que todo el mondo podía llegar a ser amble y razonable, solo para las criatura sombrías no conocía la piedad. Era capaz de hablar, durante horas, con los campesinos y mendigos del camino de cosas triviales como la ultima plaga del arroz. Podía pasarse días enteros hablando con los bosques, con sus árboles y animales. Hasta con las rocas parlamentaba, pasaba horas enteras sentada en el suelo, lanzando puñados de tierra al viento y musitando palabras en un idioma que nadie mas entendía. Al verla cualquiera hubiera pensado que estaba loca de atar. Y así pensaba Hachiro hasta que se percató de que Kuni Yuki nunca hablaba sola.
Con esta compañía partió el joven Hiruma hacia el norte, hacia tierras Dragón. El viaje, aunque arduo y penoso como son todos los viajes en invierno, resultó sin incidentes gracias a los salvoconductos que llevaba y la fuerza de las armas que portaban. Loco habría sido el asaltante de caminos que hubiera intentado asaltar a este grupo y solo habría podido hacerlo una vez (eso si teniendo unos últimos minutos de vida muy interesantes, a la par que dolorosos). De esta manera ya llegaba el invierno a sus postrimerías cuando entraron en territorio Dragón, con los pies cansados y pensando que sus penalidades habían acabado con el viaje. De nuevo he de decir que no sabían cuán errado era ese pensamiento. (continuará...)

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