tag:blogger.com,1999:blog-299285542024-02-19T09:16:47.281-08:00LA CORNETA DE HRUNDITercer renacer de este blog que nadie lee, en parte por vergüenza en parte por el estrambótico nombre que le puse. Siguiendo el consejo de un buen amigo, se va a convertir en un diario de ideas para ver si algo se puede extraer de ellas aunque solo sea pasar las tardes sin ver la tele.Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.comBlogger41125tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-72573196413051167142012-12-27T06:59:00.002-08:002012-12-31T00:44:42.287-08:00Los últimos en llegar.<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://wiki.lindefirion.net/images/flags/arnor.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://wiki.lindefirion.net/images/flags/arnor.jpg" width="200" /></a></div>
-¿Tú estás seguro que es por aquí?</div>
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-¡Que sí hombre, que sí! Si no tiene pérdida.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Eso es lo que dijiste las ultimas siete veces que hubo que decidir camino. Y en todas te equivocaste, vas camino de establecer un record.</div>
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<br /></div>
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Esa fue la conversación que el joven Dagobert escuchó mientras iba de descubierta. No terminaba de fiarse del tono desenfadado y las palabras en común. Demasiado mal habían ido las cosas para que se confiara ahora, tan cerca del final del viaje. Fue por eso que no fue demasiado amable cuando saltó al encuentro de los que parloteaban despreocupados. Cuando llegaron a la altura de su escondite, se encontró con dos pequeñas figuras, de unos tres pies de altura, vestidas con un conjunto que quería ser un uniforme, de cuero y lana de colores brillantes (verde hoja, rojo otoño, azul cián,...).De alturas parecidas, sin embargo parecían pertenecer a ramas distintas de la misma especie. El más alto de los dos, era también más delgado y elegante de movimientos y sus cabellos, ensortijados y espesos,eran rubios. Se había dejado una coqueta perilla y sonreía pícaramente ante el enfado de su compañero. Era éste más anodino en apariencia, de cabellos castaños y ojos oscuros, no parecía estar cómodo en ese momento y se lo hacía saber al mundo con un mohín perpetuo en su rostro. </div>
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<br /></div>
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Le vino una palabra a la cabeza: "Medianos". Surgidos sin duda de los cuentos que su abuela le contaba para dormir, por lo que podía recordar bondadosos y tontorrones.. Pero iban armados, ambos portaban unas cortas espadas y unos arcos casi tan altos como ellos mismos, de manera que no podía considerarlos inofensivos. Fue por ello que, en cuanto los tuvo a su alcance, salió de la espesura y los derribó a ambos de un solo empujón. Antes de que hubieran podido rehacerse de la sorpresa, Dagobert ya estaba sobre ellos, la espada desenvainada. Ordenó con un gesto silencio. Los desarmó y los puso en pié a ambos. Ellos, obedientes, no dijeron esta boca es mía en todo el proceso. Pero el rubio no dejaba de sonreír.</div>
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<br /></div>
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-¿Quienes sois, que tan ufanos marcháis en tiempos de guerra?</div>
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<br /></div>
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Ambos lo miraron asombrados. Luego, con una carcajada, el más alto y rubio, golpeó la espalda de su compañero y dijo:</div>
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<br /></div>
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-¿Qué te dije? ¡No estaba equivocado, es sólo que eres un impaciente!</div>
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<br />
-¡Hasta un reloj roto da la hora bien dos veces al día, tarugo! ¡Es pura casualidad que...!- se vio interrumpido por Dagobert.</div>
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<br />
-¡Responded de inmediato!- apoyó la punta de la espada en el pecho del rubio.-O asumid las consecuencias. </div>
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<br /></div>
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Éste, para asombro del soldado, saludó a lo militar y respondió.</div>
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<br />
-Perdonad, señor. Es sólo que la alegría de encontraros ha sido demasiado para nosotros y no estamos acostumbrados a los rigores de la disciplina militar. Cerca de dos semanas llevamos buscando a las tropas de Su Majestad, sin éxito. Pues nosostros dos y nuestros compañeros venimos en ayuda del Rey en su lucha contra el Brujo.</div>
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<br />
-¿Vuestros compañeros?</div>
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<br />
-Sí señor, en estos momentos os rodea toda una compañía de los mejores arqueros y cazadores que la Comarca haya dado. Así que si sois tan amable de envainar la espada, no sea que se lo tomen por lo que no es.</div>
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<br /></div>
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En seguida vio que no mentía. Sin que una sola de las hojas que cubrían el suelo del bosque crujiera, unos cincuenta seres, muy parecidos a los que él pensaba haber atrapado, lo rodearon. Todos sonreían, amistosos, aunque algunos lo hacían a la vez que lo apuntaban con sus arcos. Por la postura y la facilidad con que tensaban las cuerdas, parecían saber usarlos bien. Dagobert, muchacho sensato, hizo lo que tan amablemente le habían pedido.</div>
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<br /></div>
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-¿Quién está al mando?- se atrevió a preguntar. </div>
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<br />
-¿Mando?- gruñó el moreno- Bueno, ese ha sido nuestro problema desde que partimos desde Hobitton. Verá es que...<br />
<br />
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<a href="http://cf.geekdo-images.com/images/pic1034404_md.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="283" src="http://cf.geekdo-images.com/images/pic1034404_md.jpg" width="320" /></a></div>
- No lo sabemos.- interrumpió el rubio con otra sonora carcajada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
-¿No lo saben? ¿Cómo puede ser eso?</div>
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<br />
De nuevo habló el rubio, que muy divertido por la situación:</div>
<div style="text-align: justify;">
-Verá usted, nosotros los hobbits no estamos acostumbrados a mandos que hagan más que presidir banquetes y ese tipo de cosas agradables, así que cuando se recibió el mensaje del Rey del Norte de que se precisaba de cuantas fuerzas se pudiera enviar nos hicimos un lío. Nuestro pueblo no tiene ejército, por alguna razón nunca encontramos momento para organizarlo. Como era mandato real, el Thain de los Tuk y el Señor de Casa Brandi se pusieron a ello y, en cuanto la tarea acometieron, comenzaron las discusiones. Que si mi familia es la más rica, que si la mía es la más antigua, que si fue a mis antepasados a quien los Reyes de los Hombres dieron mandato de cuidar el puente del Brandivino... Ya sabe usted cómo va la cosa. Así que al final cada uno montó su propia tropa de voluntarios y partimos hacia aqui. A un humilde servidor, Terrence Prados, le fue encomendada la comandancia de la gente Tuk. Aquí a mi buen amigo Sid Brandi le correspondió la Brandigamo. Como al camino nos echamos el mismo día y el mismo rumbo llevábamos, tonto nos pareció no viajar juntos. Además, así entre vos y yo, Sid no se orienta correctamente ni en su casa, y mira que es un túnel que no tiene más que tres estancias, una tras de otra, en fila como si fueran tres buenos escolares y como yo avezado soy en las artes de la caza y algo he viajado...</div>
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<br />
-¡Te callarás de una vez, Prados!- le interrumpió el otro- Perdidos estamos desde que ganaste la apuesta y te encargaste de hacer de guía. En tierras habitadas, no más que a las posadas y tabernas sabías llegar y, en cuanto salimos a lo agreste, no hicieramos más que dar vueltas como tontos. Si no fuera porque eres sobrino de la esposa del Thain, estarías en esos prados que llevas por apellido cortando heno con que rellenar esa cabeza hueca que me tienes...</div>
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<br />
-Calma, amigo mío, calma. Que aquí nuestro buen soldado mala idea se va a hacer de los Hobbits de la Comarca. Como podéis ver Sid es bastante gruñón, pero es buen muchacho. Se presentó voluntario porque quiere hacerse valer delante de cierta señorita y, como no tiene haberes al ser tercer hijo de un honrado granjero, ha de buscar oportunidades de fortuna. Le guste o no, y esta parece que no le gusta. Pero, ¡qué maleducados somos! ¿Cuál es su nombre, honorable soldado de Arnor?<br />
<br />
Un poco molesto por el retintín de la últimas palabras del sonriente Terrence, que había usado un título, el de soldado de Arnor, que ya no existía desde hacía ya muchos años, Dagobert respondió. <br />
<br />
-Mi nombre es Dagobert, hijo de Dogert, Guardia de su Majestad el Rey Arvedui de Arthedain. Veo que sois versado en herádica pero os he de sacar del error. Disculpable, por otro lado en gentes ajenas a nuestro reino. No soy soldado de Arnor, aunque lleve en el pecho las armas de ese reino. Mi Compañía, la de los Montaraces, ha jurado reponer la dinastía de Amlaith de Arthedain, en la persona de su descendiente, el rey Aranarth.<br />
<br />
-Pensaba que reinaba Arvedui, su padre- interrumpió Sid. Al ver la expresión del soldado ante el nombre de su rey, comprendió- ¿Tan mal va la guerra que hemos perdido al Rey?-y dirigiéndose al hobbit rubio- ¿Lo ves mastuerzo? ¡El camino del Norte, el directo sin más devíamos haber tomado no más llegamos a Bree! ¡Ahora hemos llegado tarde y no servimos para nada, imbécil!<br />
<br />
(Continuará)</div>
Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-11103486010780520792012-12-26T09:25:00.000-08:002012-12-27T14:48:33.228-08:00La Santé<div style="text-align: justify;">
-¡Vamos Johann! ¡Corre tarugo! ¿Quieres morir, camastrón?- se decía una y otra vez- ¡Pues corre, joder, corre, memo! </div>
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<br /></div>
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El enmarañado bosque se cerraba, ominoso, sobre él. La espesa niebla que cubría el suelo, hasta una altura de unos cuatro pies, hacía que fuera difícil correr sin tropezar. La fatiga de una huida que duraba ya dos horas, junto con aquella niebla espectral, hacían que todo resultara irreal, onírico. De pesadilla. Todos los árboles parecían el mismo. Cada recodo conducía al mismo paraje. Hasta el mismísimo aire parecía siempre el mismo, respirado una y otra vez, cada vez más enrarecido.</div>
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<br /></div>
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Pero no podía pararse por mucho que lo deseara. Si lo hacía, por encima del ruido de su agitada respiración y el redoble de su corazón desbocado, le llegaba el rumor cada vez más cercano de unas patas con zarpas, desgarrando el suelo a cada zancada. Ese sonido era más que suficientre como para hacerle correr como un poseso.</div>
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<br /></div>
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-¡Corre, maldita sea! ¡A la cabaña del guardabosque! ¡Está ahí al lado, vamos tarugo!</div>
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<br /></div>
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Imaginaba que la ruinosa cabaña, apenas un montón de tablas mal unidas, resultaría un fortín contra la bestia que lo acosaba. Esa impresión desafiaba el hecho de que, a juzgar por el ruido de la maleza al romperse, lo que lo perseguía debía tener el tamaño de un buey. De un enorme buey, cabreadísimo y que le recortaba la exigua ventaja de que disponía a pasos agigantados.</div>
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<br /></div>
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Tras un agónico fin de carrera, en el que parecía sentir el aliento de aquella cosa a través de los desgarrones de sus maltrechas ropas, llegó al pedregoso claro en el que se alzaba el cobertizo. Gritar de triunfo y abalanzarse sobre la puerta fue todo uno. Cualquer cosa, incluso aquella escuálida puerta, serviría a la hora de alejar aquel bestial terror que lo acosaba.</div>
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<br /></div>
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Con las prisas, siempre malas consejeras, el pobre Johann se estrelló contra la puerta. Había olvidado accionar el picaporte. El topetazo, cosa curiosa, lo sacó del estupor en el que se hallaba sumido desde que se topara con aquella terrible cosa. Apenas consiguió acceder a la ruinosa estancia cerró la puerta tras de sí, apoyando sobre ella todo su peso. Resultó inútil, con un tremendo empellón, como un ariete de furia animal, la Bestia arrancó la puesta de su marco. El desgraciado Johann acabó quedando a sus pies.</div>
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<br /></div>
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Verdaderamente era enorme, casi de misma altura que un caballo de tiro. Su pelaje, áspero y maloliente, era de color parduzco, como el de un jabalí viejo. Tambien de cerdo salvaje era la enorme cabeza, de cuya boca goteaba baba ya que cuatro pares de colmillos, como de un codo de largo, impedían al animal cerrarla por completo. Sus ojos, enloquecidos y de un antinatural color rojo, lo miraban atentos a cada movimiento. Tal y como había imaginado, cada robusta pata acababa en un enorme garra, tan afiladas que abrían profundos surcos en la madera del suelo de la cabaña.</div>
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<br /></div>
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Asombrado, Johann no podía quitar la mirada de la que, a ciencia cierta, sabía que iba a ser su perdición. Por fín había recuperado el alientoy estaba extrañamente sereno. Había hecho todo lo que estaba en su mano para escapar a ese mal, se iba con la conciencia tranquila, que nadie dijera que el hijo de su madre se iba de este mundo entre gimoteos. Una oración, aprendida hacía muchos años afloró en sus labios. Se incorporó, desafiante a pesar de apenas llegarle al hocico a la Bestia.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ésta dio un paso hacia su presa. Con un tremendo rugido abrió las enormes fauces. Vomitó entonces la Bestia una enorme llamarada. Como procedentes de un abismo sin fondo, del mismísimo Infierno diría luego, un calor y fuego intensos golpearon en el rostro del asombrado Johann, que se cubrió el rostro con el brazo. Así quedó a la espera de la primera ardiente dentellada. </div>
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<br /></div>
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Durante un eterno minuto esperó, tenso como una cuerda de violín, a su cruel destino. Cuando retiró el brazo de su rostro la Bestia ya no estaba allí. Si no fuera porque el intenso calor había chamuscado el vello de sus brazos y sus cejas hasta hacerlos desaparecer, habría dicho que la Bestia no era más que una tremenda alucinación. </div>
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<br /></div>
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En una de las paredes de la cabaña el guardabosque, hombre pulcro y aseado, había colgado un espejo para afeitarse. Johann se miró en el y en el lugar del robusto joven de melena rubia que había entrado esa mañana en el bosque, se encontró con que le devolvía la mirada un escuálido despojo, de febril mirada y cabellos blancos como la nieve. Ante esta visión, la más terrible de aquel terrible día, Johann rompió a reír.</div>
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<br /></div>
<div align="right">
La Santé, 15 de noviembre de 1845.</div>
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<br /></div>
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¿QUÉ MAL CRECE EN LOS BOSQUES DEL CORAZÓN DE NUESTRA BIENAMADA FRANCIA QUE NI LOS CAZADORES MÁS AVEZADOS SE ATREVEN A RASTREAR?</div>
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<br /></div>
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¿QUÉ IGNOTOS PELIGROS NOS ACECHAN, SALIDOS DE LO PROFUNDO DE LAS LEYENDAS DE NUESTROS ABUELOS?</div>
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<br /></div>
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¿SE ATREVERÁN LOS JÓVENES INVESTIGADORES DE LA SOCIEDAD DE CUENTACUENTOS A AFROTAR TAMAÑO RETO O LES QUEDARÁ GRANDE PARA SER SU PRIMERA AVENTURA?</div>
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<br /></div>
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La respuesta a estas y a otras preguntas próximamente en "La Santé" primera aventura narrada por un servidor de ustedes en el mundo de "FÁBULAS", juego de rol fantástico ambientado en la Europa Victoriana. Esperando estar a la altura os saluda:</div>
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<br /></div>
<div align="right">
Hrundi V. Baksii, Cuentacuentos</div>
Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-53796694868463156422012-11-06T15:16:00.000-08:002012-12-24T02:37:27.675-08:00Cornetazo IX: Mañana de domingo<div style="text-align: justify;">
Despertó con una extraña sensación. Al cabo de un rato se dio cuenta de qué pasaba: Había demasiado silencio. Aunque su lujosa residencia estaba relativamente alejada de los ruidos de la gran ciudad, siempre estaba el sonido de los coches en la autovía que pasaba cerca, y que nunca se había podido sofocar del todo, por más dinero que se gastara en insonorizar la vivienda. Lo achacó a lo temprano de la mañana.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Fue al baño y se encontró con que su ropa de la noche anterior estaba allí donde la había dejado. No había una toalla limpia, pulcramente doblada, sobre la repisa del lavabo del baño y ni siquiera se había repuesto el jabón de manos, acabado la noche antes.Contrariado por un momento, luego se reconvino a sí mismo: </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Hombre de Dios, ¿no recuerdas que hoy es domingo? seguramente que la sirvienta pasa luego.- se dijo en voz baja, con una risilla.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Se aseó con lo que tenía a mano, porque no iba a pasar nada porque usara una toalla del día anterior. Se retocó la barba con unas tijeritas. Se aplicó el anticaída y se dispuso a bajar a desayunar. Por una vez lo haría sólo porque su mujer y sus hijos estaba en casa de los abuelos. Le hacía ilusión estar "de Rodríguez". Fue entonces cuando se dio cuenta de que todo estaba mal.</div>
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<br /></div>
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Una cosa era que fuera domingo y que el servicio entrara un poco más tarde, pero aquello resultaba ridículo. No sólo el desayuno no estaba preparado y listo para tomar a las 11, como había ordenado, sino que nadie se había encargado de traerle el periódico. Cuando ya se decidió a entrar, agotada la paciencia, pudo constatar que en la cocina no había nadie y que los platos de la cena de la noche anterior seguían sucios en el fregadero. </div>
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<br /></div>
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Visiblemente contrariado, alzó el teléfono para llamar al "office", el pequeño reservado donde el servicio esperaba en los tiempos muertos entre encargo y encargo. Siempre se había considerado una persona moderada, pero alguien iba a pasar muchas horas en la cola del paro por arruinarle la mañana del domingo. No sólo no hubo respuesta, sino que ni siquiera había línea. Llamó a seguridad y lo mismo. Silencio total.</div>
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<br /></div>
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Asustado puso la televisión y no había nada más que la vetusta carta de ajuste en todos los canales. Puso la radio y no sonaba más que estática. No había conexión a internet. Ni siquiera funcionaba el telefono de emergencias. Salió al jardín, frenético, en busca del personal de seguridad, de la policía, de quien fuera. No podía ser que hubiera habido una emergencia y que no se le hubiera avisado. Su tremendo complejo de inferioridad, aplacado por los últimos exitos, despertó de la peor de las maneras.</div>
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<br /></div>
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-No puede ser. No pueder ser.-murmuraba una y otra vez- A mí se me debe avisar si pasa algo. ¡Se me debe un respeto!</div>
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<br /></div>
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Fue a la garita de guardia, nadie. En la caseta del jardinero, ni un alma. Salió de la finca, nadie en la calle. No le extrañó nada no haber oído ningún ruido en la carretera, durante la media hora que se quedó embobado la autovía no pasó ni un sólo coche. </div>
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<br /></div>
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-¡DONDE COÑO ESTÁ TODO EL MUNDO!-gritó, histérico. Corrió hacia la casa de nuevo.</div>
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<br /></div>
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Al cabo de una hora, la hora más larga de toda su vida que pasó acurrucado en un rincón del recibidor de la casa, oyó el tan ansiado ruido de un coche a rodar sobre la grava de la entrada. Salió a recibir al recién llegado. Recién llegada en este caso, pues se trataba de su mano derecha, su gran apoyo en esta última época de éxitos, que tan oníricamente parecía haberse visto truncada en una mañana de domingo.</div>
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<br /></div>
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-¿Qué a pasado aquí? ¿Dónde están todos?- Ella parecía igual de asustada que él. Desaliñada y asustada le dio la noticia más aterradora que recordara haber recibido:</div>
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<br /></div>
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-Se han ido, Mariano. Se han ido TODOS</div>
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<br /></div>
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<br /></div>
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(Por todos nosotros. Porque al paso que vamos...)</div>
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<br /></div>
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<br /></div>
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<br /></div>
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<br /></div>
Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-4934668871514655362012-10-30T15:57:00.000-07:002012-10-30T15:57:01.215-07:00Cornetazo VIII: El hombre más valiente del mundo<div style="text-align: justify;">
Cuando llegué, el hombre más valiente del mundo leía.<br />
<br />
Sentado en su escritorio pasaba las páginas del enorme tomo lentamente. Se trataba de su libro favorito, una vieja y desvencijada edición de una novela de aventuras, que sostenía en su mano izquierda como si sostuviera un gorrión. Cada página parecía requerir de toda su atención, cada ilustración varios minutos. Parecía como si se estuviera despidiendo de cada una de ellas. Sólo días después, cuando ya todo hubo terminado, me di cuenta de que así era.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Siéntese.- dijo cuando entré, sin levantar la vista del libro.-Llega usted tarde.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Señor, yo sólo venía a...</div>
<div style="text-align: justify;">
-Usted sólo venía a clase, como cada mañana- me interrumpió, dejando el libro a un lado- Matemáticas. Lección quinta. Fundamentos de la trigonometría.- Y empezó a escribir en la pizarra.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Miré a mi alredeor. Nadie más había acudido esa mañana. Nadie vendría luego, a media jornada, a traer el exiguo almuerzo que el ayuntamiento costeaba a los alumnos y a su profesor. Todos sabían. Todos sabían y nadie quería entrometerse. Bueno, nadie excepto yo. El último de la clase, un cabeza dura como no había dos. Cualquier otro habría tirado la toalla, mis padres los primeros, pero él siguió insistiendo hasta dar algo de sentido al batiburrillo que siempre habia sido mi sesera. Pienso que lo hice porque se lo debía.<br />
<br />
Sin saber qué hacer ni qué decir, obedecí. Supongo que por la costumbre. La lección avanzaba a buen ritmo, como todos los días. Tenía el don de hacer atractivas las materias más anodinas, debía ser la experiencia de años teniendo que introducir conocimientos en las molleras de tantos zoquetes como yo. Y a fe mía que lo hacía bien.<br />
<br />
Tras la trigonometría pasamos a la lengua y la literatura, me hizo leer un pasaje del libro que tenía en sus manos cuando llegué y analizar sintácticamente un par de párrafos enteros. En la hora de historia tratamos de la caída de los regímenes absolutistas.<br />
<br />
Terminamos con una redacción de doscientas palabras. La corrigió en el momento. Resoplando me dijo:<br />
<br />
-Tiene usted que mejorar en la puntuación. Parece que hubiera cogido un puñado de comas y las hubiera esparcido por la hoja. Y pelotón lleva tilde porque es aguda acabada en n.<br />
-¿Entonces...?- balbucí.<br />
-Entonces mañana le veré, señor Huertas, porque es martes y hay escuela.<br />
<br />
(Dedicado a mi buen amigo Miguel y a todos con su misma vocación. No abandonéis. No nos abandonéis.)</div>
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<br /></div>
Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-82084856955775497552012-10-23T15:04:00.001-07:002012-10-30T08:29:35.370-07:00Cornetazo VII: Leve error de cálculo (parte II)<div style="text-align: justify;">
Al observar a nuestro histérico corredor, lo primero que se hacía evidente era que no llevaba más ropa que unos calzoncillos largos, tan cubiertos de barro como él, y un casco de combate que parecía querer escapar a cada segundo de su pelado craneo. Esta circunstancia hacía que correteara con la mano en la cabeza. Como se trataba de un hombre alto y bastante gordo, sus intentos de esconderse no hacían más que hacerle más evidente. El conjunto, por qué no decirlo, resultaba ridículo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Quedaba claro al primer vistazo que estaba siendo perseguido por algo, o que eso creía él. Tras recorrer todos y cada uno de los sitos menos adecuados para disimular su tremenda mole a quienquiera que fuera su perseguidor, el fugitivo se detuvo un instante, husmeando el aire como un conejo asustado. Cuando reanudó su carrera desenfrenada, ésta ya no resultaba un zigzag sin sentido, sino que trazaba una línea, recta como una flecha, hacia la vieja casa de la granja al norte del valle. Se trataba de una larga carrera, como de media milla, pero la adrenalina mandaba en nuestro amigo. El dolor y los calambres llegarían después. Lo único importante era correr.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Llegó a la puerta de la granja, desbocado. Pensando que la puerta estaría abierta,la embistió, rebotando contra la recia madera de roble. El topetazo y el subsiguiente golpe con el suelo fueron de aupa, tanto es así que la conmoción consiguió serenar su histeria. Tratando de recuperar el aliento estaba cuando la puerta se abrió con un leve chirrido. Unos vacilantes pasos hicieron crujir la grava de la entrada. Sobre el agotado corredor se cernió la visión más inesperada en un campo de batalla: Una amable ancianita.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Se ha hecho daño, caballero?- dijo, inclinándose sobre él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Vestía un sencillo vestido negro, hasta los tobillos, un delantal a cuadros y, sobre los hombros, una toquilla de lana color celeste. Su pelo, recogido en un discreto moño, era blanco y brillante. Olía a lavanda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Levántese joven, y entre en mi casa, le buscaré algo que ponerse. No puede ir usted por ahí, medio en cueros, golpeándose con las puertas de las gentes decentes. Podrían pensar que está mal de la chaveta- le reprendió- ¿Cómo se llama, joven?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como un resorte, el asombrado joven se incorporó y, casi gritando, dijo:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-William Jonston, señora. Soldado en el 13º de fusileros de Northumberland, señora-y, tras una pausa, añadió- El último que queda por aquí, señora.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La anciana, que lo observaba de arriba a abajo con una pícara sonrisa en los labios, siguió en su papel de madre disgustada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Y es eso excusa para ir por ahí asustando a pobre ancianas a la hora del té? En fin, mejor será para todos que se pongas uno de los pantalones de mi difunto James. Era más o menos de su talla. Y una de sus camisas, claro. Por cierto, puede llamarme Señora Park.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Sí, señora.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Y, en lo que te aseas, me puede contar qué es lo que trae a un valiente del 13º de Northumberland a mi puerta. ¿Donde está el resto? Porque eso es algo que tienen los soldados, donde hay uno, hay ciento. No sé si voy a tener pantalones para todos.</div>
<div style="text-align: justify;">
-Muertos, Sra. Park, todos muertos- respondió William- Por mi culpa, señora.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Ah, si? ¿Y cómo es eso?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- El Universo me quiere matar, Sra. Park. Y como me escapé, acabó con ellos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(continuará)</div>
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<br /></div>
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</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-52821077590698348722012-10-22T15:55:00.004-07:002012-10-23T03:41:40.937-07:00Cornetazo VI : Apocalipsis.<div style="text-align: justify;">
Cuando, con el tremendo tañir de una campana destemplada, el firmamento fue rasgado, supo que aquello era el final. Había llegado la hora, lárgamente anunciada, del llanto y el rechinar de dientes. Se acabaron para él el calor y la protección. A partir de ese momento el bienestar no sería más que un recuerdo. Todo recuerdo agradable de lo vivido desaparecería. Sólo las malas experiencias permanecerían en la memoria, para ser comparadas con las actuales, y ver que cualquier tiempo pasado fue mejor.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El bramido que había venido para atormentarlo parecía no hacer otra cosa que aumentar. Un terrible frío invadió sus huesos, como si de repente hubieran sido despojados de la carne que los cubría. La desazón y el desconsuelo hicieron presa de él, para arrastrarlo por el barro de la desesperación. La luz cegadora de una supernova quemó sus párpados. Sus ojos parecieron saltar en mil pedazos de dolor indescriptible. Un rayo ardiente licuó su cerebr...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-¡Vamos hijo! ¡Que llegas tarde! Hay que ver...No, si ya lo decía tu abuelo, "¡MOZO DOMINGUERO NO QUIERE LUNES!"</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Dedicado al Lunes 15 de octubre de 2012, día en el que me desperté pensando que era domingo.)</div>
<br />Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-61104218176559109272012-10-19T14:48:00.000-07:002012-10-20T01:41:13.273-07:00Cornetazos V: La escalera.<div style="text-align: justify;">
Tres días habían pasado ya. Tres putos días y el mundo seguia girando como si nada. La jodida realidad había decidido seguir adelante sin ella. Él no había podido hacer otro tanto.</div>
<div style="text-align: justify;">
En tres días no había salido de casa, apenas había comido, no había dormido en absoluto y la ducha había sido una extraña. En definitiva, estaba hecho un adefesio y esa fue la imagen que el espejo le transmitió</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo primero que dijo en voz alta en tres días fue: "No, ni de coña me voy yo de aquí con esta facha" </div>
<div style="text-align: justify;">
Y, la verdad sea dicha, se aseó a conciencia: ducha, recortado de barba y cabello, elegante traje gris oscuro, chaleco de fantasía verde botella con corbata a juego, gemelos, reloj de bolsillo. Nunca en su vida se había vestido así, había sido un regalo de ella para cuando dieran el paso que ya jamás darían así que decidió que iba a ser su atuendo en este otro paso relevante. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Luego estaba el modo de despedida. Tras mucho pensarlo decidió hacer una denuncia de la estupidez humana con su último acto, así que se acercó a la ferreteria más cercana y se hizo con una escalera de mano, de las que usan los pintores, de tijera le dijo el dependiente que se llamaban y se encaminó al viaducto.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En el pasado había vivido en la inmediaciones, pero ahora había más de dos horas de paseo hasta allí, paseo que decidió dar. Siempre había adorado Madrid y ahora se daba cuenta que no la había recorrido bastante de modo que, como último tributo a su ciudad, echó a andar con la escalera al hombro. Ahí es donde la cosa se comenzó a torcer. (Continuará)</div>
Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-62161836090068843492012-10-19T02:36:00.000-07:002012-10-19T02:36:22.471-07:00Cornetazo IV: Observado.(Basado en hechos reales)<br />
<br />
Hoy, como todos los días, al salir del trabajo he cogido el autobús. Como cada jornada, aturdido por todo un día de lidiar con la estupidez propia y ajena, me he sentado en el mismo asiento con la idea de dormitar todo el trayecto. Esa es mi costumbre. Me sirve para recuperar parte de la cordura perdida durante el día de trabajo. Hoy no he podido. <br />
¿Han oído alguna vez a alguien decir que nota cuándo lo están observando? Personalmente siempre me había parecido una gilipollez como un piano. Hasta hoy. Empieza siendo un hormigueo, incómoda pero no del todo desagradable, que te recorre la espina dorsal. Por lo visto se pasa si el observador se da a conocer o es descubierto en seguida Yo no he conseguido desenmascar a mi vigilante, así que he pasado a la fase dos: una desazón muy desagradable, como si un caracol recorriera mi nuca muy lentamente. Ahí ha sido cuando me ha empezado a mosquear y a mirar mal a todo el mundo dentro del autobús. Hasta le he bufado a una señora que refunfuñaba por lo brusco que era el conductor al dar las curvas. <br />
Mi paranoia me ha llevado a un momento de paroxismo tal que, recordando la maniobra antiseguimiento "Loco Iván" que se describe en "La caza del Octubre Rojo", me puse en pie y cada pocos minutos me giraba repentinente es espetando un sonoro "¡Ja! A quien estuviera a mi espalda. <br />
En ese momento han pasado dos cosas. Primero el conductor, harto de gruñidos y sobresaltos, me ha echado drl autobús. En segundo lugar, he descubierto a mi observador que, desde su escondrijo (una mochila en brazos de un tipo con pinta de hippie) me ha despedido con un sonoro "cuack". <br />
Parecía sonreir el hijo de pata. Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-58989597429785310502012-10-18T04:20:00.001-07:002012-10-18T04:23:50.905-07:00La puerta de Ishtar. El Juego de Rol.Aquí os dejo el enlace con el bolg dedicado al juego de rol "La Puerta de Istar" de Rodrigo García Carmona, avezado jugador y narrador, e ilustrado, entre otros maestros de la plumilla, por mi buen amigo Luis Miguez.<br />
El juego, cuya publicación en papel está próxima, ya está disponible en pdf al módico precio de 5 euros. En el siguiente enlace se dan las intrucciones para su compra.<br />
<br />
<a href="http://www.puertaishtar.com/2012/10/la-puerta-de-ishtar-ya-la-venta-en-pdf.html">http://www.puertaishtar.com/2012/10/la-puerta-de-ishtar-ya-la-venta-en-pdf.html</a><br />
<br />Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-80867865277447280562012-10-17T15:29:00.000-07:002012-10-18T01:25:01.738-07:00Cornetazo III: Crisis.<div style="text-align: justify;">
A Alfie Johnson siempre le habían dicho que la lengua china emplea la misma palabra para los conceptos crisis y oportunidad. Eso sí, nadie se había tomado la molestia de explicarle cuál de las muchas variedades de ese idioma era la que no diferenciaba una idea de la otra. Además, no tenía demasiado claro qué significaba aquello. Siempre había dejado esas cosas para Big Lou, que tenía alma de filósofo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También le había llegado que la peor maldición que te pueden echar en chino es "Ojalá vivas tiempos interesantes". Y él nunca le había visto el lado malo a las cosas interesantes, mejores que las aburridas seguro que serían.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora solo, rodeado de chinos armados hasta los dientes, en lo más profundo de un sótano en la última callejuela del Barrio Chino, se reprochaba no haberse parado nunca pensar en ello. Si tuviera una respuesta para esas dos cuestiones al menos tendría una ligera idea de qué hacer. Solamente eran dos ideas sobre China pertenecientes al conocimento común. Ni se le habría pasado por la cabeza preguntar a un chino al respecto. Al fin y al cabo eran de esas cosas que "todo el mundo sabe" y hubiera quedado como un idiota . En esos momentos al bueno de Alfie le hubiera dado lo que fuera por cinco minutos con Chen, su tintorero, pero ya era demasiado tarde. Ahora se encontraba enfrentado a otro hijo de oriente, con fama de ser peligroso como una serpiente con dolor de muelas. Un chino al que no caía bien desde que aconteció "El Incidente de la Burra", como todos lo llamaban. Y le estaba planteando una sencilla elección con una sonrisa en los labios:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¡Si tu crisis tú tomar té! ¡Interesante!- Repetía una y otra vez. Parecía querer suplir su escaso dominio de la lengua inglesa con frases cortas, cortantes como un golpe de hacha. Arma que, por cierto, se rumoreaba era la preferida del tipo. De hecho empuñaba una con la mano derecha, como al descuido, con pinta de poder servir para afeitarse. Con la zurda ofrecia a Alfie, su invitado en la conferencia de paz, una taza de fina porcelana llena hasta el borde de un líquido oscuro y humeante de olor acre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Puede parecer algo insignificante, pero en realidad suponía un verdadero dilema. Una de esas sitiaciones que a Alfie, hombre más de pensar con los puños, le daban dolor de cabeza y lo enfurecían. Si el ofrecimiento era sincero y lo rechazaba podía echar a perder la operación al ofender al sicario. Y debía por todos los medios ganarse para la causa a Perro Amarillo, cabecilla del Clan Fong, si quería decantar las cosas en el Barrio Chino a favor de Big Lou. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si por el contrario, era una trampa, rechazar la taza de té significaría un hachazo en la cerviz y aceptarla una buena racíon de cianuro o lo que los putos amarillos prefirieran para dar boleta a sus enemigos. Prefería no pensar que fuera un truco, así que lo único que le quedaba era decidir si fallaba a su jefe o no</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al final afrontó la situación como todo en su vida: de cabeza, con los puños por delante y una blasfemia en los labios. Gilipollas pero con dos cojones.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-¡Trae acá puto amarillo del demonio! ¡Que se queda frío, hostia!- Y bebió un largo trago. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El líquido, ardiente, bajó por su gaznate como lava. Por un momento le pareció que nunca volvería a poder saborear nada y que a duras penas volvería a hablar. Apuró la taza de un segundo trago, más comedido. Un momento después una agradable sensación de calor invadió sus tripas. Duró apenas diez segundos. Luego vinieron los alaridos.</div>
<div style="text-align: center;">
******* </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Big Lou era un tipo bajito y fibroso. Vestía de negro, fumaba en una vieja pipa tallada en una mazorca y era peligroso como un mono con síndrome de abstinencia. Pero hoy parecía preocupado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Joder, Perro. ¿Le tenías que hacer eso al pobre? ¿No te valía con una paliza para zanjar lo vuestro? Lo de la Burra fue una falta de respeto pero esto me parece excesivo.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Perro Amarillo sonreía mientras lanzaba al aire su hacha de mano. La cogía al vuelo siempre después de que diera tres vueltas, ni una más ni una menos. Un grito de agonía procedente de la puerta que tenía a sus espaldas enmarcó su silencio.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- Ocho horas lleva así. La letrina debe rebosar ya. ¿Tenías que darle todo el bote? Con la mitad ya te hubiera pedido que lo mataras. Se va a dar la vuelta como un calcetín.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Con la misma sonrisa, sin mover un músculo, Perro Amarillo, cabecilla del clan Fong, sentenció:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-¡Crisis! ¡Interesante!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-81199758615530055942012-10-17T01:38:00.002-07:002012-10-18T01:17:46.710-07:00¡Apoyemos a Charlie Marlow en su titánica lucha contra la Rata Gigante de Sumatra! Este llamamiento es para todos aquellos que crean necesario, sino obliatorio, el apoyar la creación de productos literarios diferentes, originales y con ese puntillo de mala leche tan sano para mantenernos cuerdos (siempre he dicho que es mejor volcar nuestra locura en el papel que coger una espada, meterse en la estación de metro más cercana y pasarse el Zelda en vivo).<br />
Se trata, pues, de apoyar como buenamente se pueda mediante el método "crowdfunding" (el clásico Juan Palomo pero en inglés) la publicación de la novela "Charlie Marlow y la Rata Gigante de Sumatra" de Alberto López Aroca, ínclito escritor albaceteño, al que tengo el honor de contar entre mis amigos.<br />
No sólo es necesaria la aportación económica, ya sabemos cómo está el patio y muchos habrá que no puedan aflojar la mosca. Se agadecerá cualquier modo de publicidad (Facebook, tweeter, hombre anuncio, nudista en mitad de un Clásico futbolístico,...)<br />
Como soy un torpe y probablemente no me sabría hacer entender, aquí os dejo el último comunicado del autor de la novela. En él quedan enlazados todos los sitios en los que podéis consultar en qué consiste el proyecto, la novela, la vida y milagros del autor y, lo que es más importante, el enlace con la página web lanzanos.com, en la que se puede realizar la aportación. Sin más os dejo con Alberto:<br />
<br />
"Mis muy queridos amigos:<br />
<br />
Este es el segundo de tres mailes masivos sobre el tema que reza el encabezado. No sufráis. Sólo enviaré un tercero más.<br />
<br />
Ya quedan sólo 20 días para que concluya el proyecto de crowdfunding (financiación masiva, microfinanciación, suscripción) para editar mi nueva novela CHARLIE MARLOW Y LA RATA GIGANTE DE SUMATRA (una aventura de Sherlock Holmes).<br />
<br />
Estamos en el 55% de financiación, esto es, 2220 euros de los 4000 que proponíamos en la página de lanzanos.com (http://www.lanzanos.com/proyectos/charlie-marlow-y-la-rata-gigante-de-sumatra/). Yo creo que no está del todo mal y que podemos conseguirlo.<br />
Primero, quería agradeceros a todos vuestra ayuda en la difusión del proyecto, que está siendo grande, y también quiero dar las gracias a todos los que están apoyando económicamente y confiando en mí. De momento, hemos sumado 68 apoyos.<br />
<br />
Me consta que algunos de esos apoyos no se han reflejado todavía por cuestiones técnicas de lanzanos.com, pero ya me han garantizado que no existe problema alguno y que todos los apoyos se reflejarán debidamente. Si alguien tiene alguna duda, que me escriba a este correo electrónico, por favor.<br />
<br />
Como parte de la promoción, creé un blog oficial del crowdfunding, donde he colgado los dos primeros capítulos de la novela: http://ratadesumatra.blogspot.com.es/2012/09/exclusiva-los-dos-primeros-capitulos-de.html<br />
<br />
En este blog se puede consultar al instante cómo va la financiación, así como una lista de blogs, foros y páginas web donde se está promocionando este proyecto. He intentado ser exhaustivo, pero ya se sabe que Internet es un lugar misterioso. La lista de páginas es la siguiente:<br />
<br />
EL DESVÁN DEL ABUELITO:<br />
<br />
<a href="http://eldesvandelabuelito.blogspot.mx/2012/10/actualidades-urgentes-sherlock-holmes-y.html">http://eldesvandelabuelito.blogspot.mx/2012/10/actualidades-urgentes-sherlock-holmes-y.html</a><br />
<br />
<br />
LUIS MÍGUEZ, DIBUJANTE Y DETECTIVE:<br />
<br />
http://luismiguezilustrador.blogspot.mx/2012/10/charlie-marlow-la-rata-gigante-de.html<br />
<br />
INFECTADOS: EL BLOG DEL ZOMBIE<br />
<br />
<a href="http://infectadosblog.blogspot.mx/2012/10/crowdfunding-charlie-marlow-y-la-rata.html">http://infectadosblog.blogspot.mx/2012/10/crowdfunding-charlie-marlow-y-la-rata.html</a><br />
<br />
CORAZÓN LITERARIO:<br />
<br />
<a href="http://corazonliterarioblog.blogspot.mx/2012/10/proyectos-crowdfunding-de-alberto-lopez.html">http://corazonliterarioblog.blogspot.mx/2012/10/proyectos-crowdfunding-de-alberto-lopez.html</a><br />
<br />
LA CASA DESHABITADA:<br />
<br />
http://guerradoblemuerte.blogspot.com.es/2012/09/crowdfunding-para-charlie-marlow-y-la.html<br />
<br />
EL RITO DE CHUD:<br />
<br />
http://taelus.blogspot.com.es/2012/10/charlie-marlow-y-la-rata-gigante-de.html<br />
<br />
CÍRCULO HOLMES:<br />
<br />
http://www.circuloholmes.org.es/cholmes/index.php?option=com_content&task=view&id=1263&Itemid=2<br />
<br />
LA BIBLIOTECA DE PAPEL: http://requiemdehumo.blogspot.com.es/2012/09/algunas-palabras-sobre-charlie-marlow-y.html<br />
<br />
LOS OJOS DE JULIA:<br />
<br />
http://www.losojosdejulia.es/tag/sumatra/<br />
<br />
FOROS ACB.COM:<br />
<br />
http://foros.acb.com/viewtopic.php?f=3&t=461194<br />
<br />
221b DE BAKER STREET:<br />
<br />
http://belakarloff221b.wordpress.com/2012/09/27/charlie-marlow-y-la-rata-gigante-de-sumatra-de-alberto-lopez-aroca-colabora/<br />
<br />
AVENTURAS EXTRAORDINARIAS:<br />
<br />
http://aventurasextraordinarias.blogspot.com.es/2012/09/el-crowdfunding-de-charlie-marrow-y-la.html<br />
<br />
A VISTA DE GÁRGOLA:<br />
<br />
http://cinegargola.blogspot.com.es/2012/09/el-crowdfunding-de-charlie-marlow-y-la.html<br />
<br />
EL JUEGO DEL MUERTO:<br />
<br />
<a href="http://eljuegodelmuerto.blogspot.com.es/2012/09/el-ano-de-la-rata.html">http://eljuegodelmuerto.blogspot.com.es/2012/09/el-ano-de-la-rata.html</a><br />
<br />
CUADERNO DE BITÁCORA DEL MATILDA BRIGGS:<br />
<br />
http://sherlockholmes.lacoctelera.net/post/2012/09/28/el-blog-charlie-marlow-y-rata-gigante-sumatra<br />
<br />
EL BLOG DE INNSMOUTH:<br />
<br />
http://elblogdeinnsmouth.blogspot.com.es/2012/09/charlie-marlow-y-la-rata-gigante-de.html<br />
<br />
FLORA Y FAUNA:<br />
<br />
http://florayfauna.blogspot.com.es/2012/09/saben-ya-que-el-amigo-alberto-lopez.html<br />
<br />
SÁBADO NEGRO DE ALBACETE:<br />
<br />
http://sabadonegroalbacete.blogspot.com.es/2012/09/el-blog-de-charlie-marlow-y-la-rata.html<br />
<br />
FORO SEDICE.COM:<br />
<br />
http://www.sedice.com/modules.php?name=Forums&file=viewtopic&p=1350758#1350758<br />
<br />
EL MAR DE TINTA:<br />
<br />
http://www.mardetinta.com/quien-quiere-mas-sherlock-holmes/<br />
<br />
A todos ellos, muchísimas gracias.<br />
<br />
Otros muchos amigos y colegas están ayudando a promocionar el proyecto a través de facebook y twitter, e incluso en la prensa escrita. A todos quedo agradecido por su interés y por su apoyo.<br />
<br />
Ahora que faltan sólo 20 días para terminar, tengo intención de seguir promocionando por tierra, mar y aire CHARLIE MARLOW Y LA RATA GIGANTE DE SUMATRA. Creo sinceramente que vamos a alcanzar nuestro objetivo y que todos seremos mucho más felices después de esto. Como no voy a molestaros masivamente, os ruego estéis atentos tanto a mi perfil de facebook, como el perfil de facebook del crowdfunding (http://www.facebook.com/pages/Charlie-Marlow-y-la-rata-gigante-de-Sumatra/264837023619572?ref=ts&fref=ts), la web oficial del proyecto e incluso mi blog personal, CUADERNO DE BITÁCORA DEL MATILDA BRIGGS (www.lacoctelera.com/sherlockholmes).<br />
<br />
Como nota curiosa, os diré que habrá alguna sorpresa extra en las recompensas (tiene que ver con la lámina de Sergio Bleda, que ha tenido un éxito inusitado incluso antes de que la hayamos mostrado en público), y que en unos días habré preparado un pequeño y divertido podcast promocional del crowdfunding para publicar la novela. También anunciamos que tenemos al menos un anunciante (según la recompensa correspondiente) para el interior del libro. Animo a los amigos libreros y a cualquiera que desee promocionar su nueva novela, tebeo o editorial, su carnicería, su fábrica de rabos de boína, su marca de whisky, su bufete de abogados, o lo que desee, a que nos apoye con las recompensas de publicidad en el interior del libro (60 euros, incluye ejemplar firmado, etc) o en la contraportada (250 euros, incluye lo mismo).<br />
<br />
A todos aquellos que deseéis regalar ejemplares de esta novela en cumpleaños, fiestas, aniversarios o simplemente porque os parece que Alberto López Aroca es un autor fundamental de la Historia de la Literatura al que hay que leer, un brillante e ingenioso caballero “que no sólo va por ahí con un bolso y al que le gusta estrenar calcetines” (Sergio Bleda dixit), un prohombre de nuestro tiempo… os recomiendo la recompensa de 10 ejemplares firmados y blablablá por 105 euros: Siempre podéis agrupar a unos cuantos amigos y haceros con un ejemplar por 10,5 eurillos…<br />
<br />
A los amigos más pudientes, sherlockianos o no, os sugiero que consideréis la recompensa de 500 euros (sí, ¡500 euros solamente!), un precio justo por LA INMORTALIDAD, pues el vil metal os convertirá en PERSONAJES PRINCIPALES de una exclusivísima nueva aventura del señor Sherlock Holmes.<br />
<br />
¡Sí, es cierto!<br />
<br />
Con vuestro nombre y apellidos (o los de la persona a la que deseéis inmortalizar), para que entréis en el parnaso de los personajes pasticheros de la Historia de la Humanidad…<br />
<br />
De nuevo, os agradezco a todos de antemano la ayuda, los apoyos, la paciencia y la difusión que le estáis brindando a CHARLIE MARLOW Y LA RATA GIGANTE DE SUMATRA. Cualquier nueva aportación o difusión del proyecto será más que bien recibida.<br />
<br />
Ni yo, ni Sherlock Holmes, ni la Rata de Sumatra os decepcionaremos. Palabra de honor.<br />
<br />
Abrazos, besos y mi amistad,<br />
<br />
Alberto López Aroca"<br />
<br />
(AQUÍ TENÉIS UNA CARTA ANTERIOR, POR SI ALGUNO DE USTEDES ES NUEVO...)<br />
<br />
APOYO PARA LA RATA DE SUMATRA (I de III)Subject: Apoyo para la Rata de Sumatra (I de III)<br />
<br />
Mis muy queridos amigos:<br />
<br />
Ya está en marcha el crowdfunding (ahora explico qué es esto) para editar mi novela CHARLIE MARLOW Y LA RATA GIGANTE DE SUMATRA (una aventura de Sherlock Holmes). Este es el enlace:<br />
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http://www.lanzanos.com/proyectos/charlie-marlow-y-la-rata-gigante-de-sumatra/<br />
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Procuraré no atosigaros demasiado con el mailing, así que me comprometo a enviaros un máximo de tres correos masivos, de los cuales este es el primero. (Si tengo algo que decirle a alguien en privado, ese correo no cuenta, claro…)<br />
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Os explico.<br />
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¿QUÉ ES EL CROWDFUNDING?<br />
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El crowdfunding es un sistema de financiación colectiva. Para apoyar el proyecto de la edición de mi novela CHARLIE MARLOW Y LA RATA GIGANTE DE SUMATRA tienes que registrarte en lanzanos.com (es sencillo; lo puedes hacer automáticamente si tienes facebook, o bien con tu correo electrónico). <br />
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El crowdfunding utiliza el sistema de “recompensas”: Según lo que pagues, recibes. Por ejemplo, la recompensa más barata son 15 euros, y con ella recibes un ejemplar del libro firmado y dedicado. La más cara es de 500 euros, y con ella recibes un montón de cosas (ver el enlace que he puesto arriba), y además un cuento exclusivo y personalizado donde el mecenas es un cliente de Sherlock Holmes, un miembro de la banda de Moriarty, la esposa de Watson, o lo que proceda. Hay once recompensas distintas.<br />
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IMPORTANTE: Se puede pagar por Paypal o con tarjeta de crédito. EL CARGO NO SE REALIZA HASTA QUE EL PROYECTO RECIBE TODOS LOS APOYOS DE FINANCIACIÓN, es decir, no se te cobra hasta que el proyecto sale adelante, y si no sale, no se te cobra nada.<br />
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No podéis perder, salvo que el proyecto salga adelante. Y en ese caso, recibís la recompensa que hayáis elegido.<br />
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EL PROYECTO<br />
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CHARLIE MARLOW Y LA RATA GIGANTE DE SUMATRA es una novela sherlockiana y de aventuras, en la línea de algunas de mis obras anteriores como SHERLOCK HOLMES Y LOS ZOMBIS DE CAMFORD o LOS ESPECTROS CONJURADOS. Hay más detalles de la sinopsis y demás en el enlace que os he facilitado arriba.<br />
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La cantidad que pido para este proyecto es de 4.000 euros. A día de hoy, hemos recaudado el 36%, esto en 48 horas. Si logramos la financiación completa y los 40 días que tenemos para recaudar no se han pasado, podéis seguir comprando recompensas.<br />
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Tenemos previsto que el volumen, estéticamente, sea un homenaje a la serie original de la revista Baker Street Journal (la de los años 40), con cubiertas en color mostaza. También tendrá solapas y alguna que otra sorpresa sherlockiana en el interior, y que no desvelaremos aquí.<br />
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La ilustración de portada del libro es obra del autor internacional Sergio Bleda (conocido por obras como El Baile del Vampiro, La conjura de cada miércoles o Doll’s Killer, entre otras muchas), y entre los items que pueden encontrarse en las recompensas se encuentra una lámina exclusiva realizada por este autor de cómics para esta edición, así como el original de la lámina.<br />
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Entre otros items que podrán conseguir aquellos que apoyen nuestro proyecto, se encuentra un relato exclusivo y en edición limitada, numerado y firmado por el autor, que lleva por título “La rata gigante de Sumatra en el Oeste”, así como la posibilidad de recibir en su domicilio una carta exclusiva de Sherlock Holmes enviada desde el 221b de Baker Street, en Londres.<br />
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Aquí tenéis un vídeo donde explico la sinopsis de la novela, en plan Chicho Ibáñez Serrador:<br />
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http://www.youtube.com/watch?v=9htQk0XqYfY&feature=youtu.be<br />
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Si podéis difundir el asunto, os lo agradecería muchísimo, pues el éxito de este tipo de proyecto depende de que llegue a los interesados.<br />
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Os hablaré de nuevo en cosa de 15 días y os contaré cómo va el tema.<br />
Gracias por vuestra paciencia y recibidid el más caluroso (y sherlockiano) de los saludos,<br />
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Alberto López ArocaJaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-51080043621398670912012-10-16T10:30:00.001-07:002012-10-19T04:33:56.165-07:00Cornetazo II: Un leve error de cálculo.<div style="text-align: justify;">
Imagínese un campo de batalla. Pero no un campo de batalla cualquiera, sino el Campo de Batalla, con mayúsculas. Una oda a los lugares que la humanidad ha elegido para destriparse con entusiasmo en nombre de la libertad, el progreso, uno o varios dioses verdaderos o cualquier motivo que en el momento pareciera pertinente. (El ser humano no es demasiado exigente si de matar al prójimo se trata.)</div>
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Se trataba de una gran extesión de lo que en otro tiempo había sido una verde pradera, encajonada entre dos grupos de colinas de lo más adecuadas para que los mandos no perdieran detalle de las mejores cargas y contraataques. Al pie de dichas colinas se habían cavado línea tras línea de trincheras, intercaladas con hileras de alambre de espino. En el extremo norte brotaba un vetusto robledal, por si los contendientes tuvieran el capricho de luchar a la sombra, y en el lado contrario se alzaba una robusta granja rodeada por un muro de piedra, perfecta para ser motivo de encarnizada disputa, dado que dominaba el único camino de acceso al valle. </div>
<div style="text-align: justify;">
Verdaderamente habría que hacer un gran esfuerzo para inventarse un escenario bélico más completo, y éste parecía haber surgido espontáneamente, pero había un par de problemas que lo hacían completamente inútil. </div>
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El primero de los inconvenientes, por ser el más evidente, resultaba ser que, a pesar de lo mucho que se había esforzado su diseñador, nadie parecía dispuesto a empacharse de gloria allí dejando en ello el pellejo. </div>
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Bueno, eso no es del todo cierto. De cuando en cuando se veía a una figura correr de aquí para allá como pollo sin cabeza. No parecía estar demasiado en sus cabales nuestro corredor: cubierto de barro, sin parar de moverse de un escondrijo a otro, como si algo lo persiguiera, y siempre gritando la misma letanía.</div>
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-¡Joderjoderjoderjoderjoderjoder...! (continuará)</div>
Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-53448979885548373472012-10-15T16:14:00.001-07:002012-10-15T16:38:02.067-07:00Primer cornetazo: Terrores Cotidianos.<div style="text-align: justify;">
¿Cómo puede ser? ¿Cómo es posible que esté ahí de nuevo? ¿Quién la envía para que sea mi cruz, mi tormento, mi Espada de Damocles y mi roca de Sísifo, todo a la vez? ¿No hay otros a los que incordiar?</div>
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No. No los hay. Al menos no tan a mano como lo estoy yo. Y es que soy una presa fácil. Apenas si acabo de deshacerme de Ella y ya está ahi de nuevo,como si nada. Incólume. Parece ser que mi casa, mi vida, mi mente y mi alma constituyen un ecosistema perfecto para desarrollarse plenamente. He hecho de todo para acabar con Ella, con distintos efectos y ningún éxito. Las sesiones de relajación me daban sueño. La psicoterapia hizo que me comprara un disfraz de Campanilla, y todavía no sé porque. La terapia conductista consiguió que salivara al sonido de cualquier timbre, campana o cencerro. La terapia de grupo amplió el número de desequilibrados que componen mi grupo de amigos (aunque eso, a la postre, supusiera un consuelo, porque son buen gente). Los exorcismos desalojaron a una legión de demonios amantes de la contabilidad y la música de Diango. Nada sirvió para evitar que Ella me persiga hasta el día de mi muerte.</div>
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Y es que hoy he vuelto a intentarlo y allí estaba Ella. Nívea y radiante cual novia de mayo. Sonriente ama y señora de mi pantalla y mi pluma: La Página en Blanco. Los dioses la confundan.</div>
Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-39855669678696082702012-10-15T16:13:00.001-07:002012-10-15T16:13:20.697-07:00NOVEDADES: CORNETAZOSCon este aviso comienza lo que espero sea una muy fecunda sección de este mi abandonado blog. Se trata de escribir un breve pieza todos los días. Así como suena. Lo que salga. A cholón. Todos los días una pequeña muestra de mis desequilibrios. A ver si los gritos que la decencia y el buen gusto me peguen por escribir sin pensar me animan a hacerlo meditadamente y más de continuo como es mi deseo.<br />
Mis agradecimientos al Sr. Polo por servir de ejemplo e inspiración. Si consigo la mitad de lo que él consiguío con aquel blog ya cerrado me doy con un canto en los dientes y me hago un rosario con mis dientes de marfil.Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-39067973880193669492012-02-29T16:58:00.003-08:002012-03-01T06:20:40.888-08:00FUE UN HONOR<p style="TEXT-ALIGN: justify; MARGIN-BOTTOM: 0cm" align="center"><span style="TEXT-ALIGN: left;font-size:100%;" >Subió el viejo mago a las tablas. Una ovación."Un público crítico, ¿eh?"<un blico=""> dijo una voz a mi lado, con falso sarcasmo. (Se estaba rompiendo las manos a aplaudir). Se quedó en mitad del escenario con la sonrisa de aquellos que han pillado el chiste que es esta vida, y tienen infinita paciencia con los que aún perdemos el tiempo mirando las cosas como las vacas miran al tren. Durante el aplauso, el prestidigitador se paró a observar a su público, mitad esperando que se calmara el entusiasmo, mitad midiendo nuestras fuerzas, como un púgil ante un respetado adversario. Un breve frase de agradecimiento y bienvenida. Otra ovación. Para nosotros no había combate, para él no había otra cosa. El combate de volver a asombrar con lo sencillo. La lucha por conseguir que más de un millar de personas se queden con la boca abierta y no les importe. El eterno pulso con ese difícil pez que es la lágrima que brota de la ilusión, del ser de nuevo un crío por un par de horas.</un></span></p><br /><p style="MARGIN-BOTTOM: 0cm" align="justify">Todo esto, claro está, sin red. Como siempre. Como testigos, dos azorados miembros del público y la implacable lente de una cámara que, en un riguroso primer plano, daría fe de cualquier fallo, cualquier momento de debilidad causado por el peso de los años. Se lo hubiéramos perdonado todo. Sólo él quedaba como juez, y hubiera sido un juez implacable.</p><br /><p style="MARGIN-BOTTOM: 0cm" align="justify">Para alivio de todos, todo salió bien. Más que bien diría yo. Incluso ese maldito nueve de diamantes que se coló, travieso, entre las cartas negras quedó como el error persa de ese increíble tapiz que, con paciencia y mesura, tejió ante nuestros ojos. Juegos de cartas, no de prestidigitación sino de <em>lentidificación</em> (¡No se puede hacer más lento!), se iban sucediendo, hilvanados con pequeños relatos, fragmentos de poesía, anécdotas y algún que otro chiste. "<span style="TEXT-ALIGN: left;font-size:100%;" >Porque he firmado un contrato que me obliga a estar aquí hora y media, y todas estas boludeces suman.",</span><span style="TEXT-ALIGN: left;font-size:100%;" > se excusó el maestro. Yo, por mi parte, atesoré todas y cada una de esas pequeñas piezas, como un avaro. Las metí en la caja fuerte de mi memoria para, cuando vengan las vacas flacas del ánimo, recordar que un hombre manco me demostró que, con la más pequeña de las articulaciones de su mano zurda, podía humillar a todas las máquinas del mundo. Y, mientras tanto, demostrar al mundo entero que la ilusión alimenta, y que marida perfectamente con una copa de buen vino.</span></p><br /><p style="MARGIN-BOTTOM: 0cm" align="justify">Por todo esto, y por muchas cosas más que no soy capaz de describir, muchísimas gracias Sr. Lavand. Fue un honor.</p><br /><p style="MARGIN-BOTTOM: 0cm" align="justify"></p>Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-56343706093409969372011-09-22T14:19:00.000-07:002011-09-22T14:26:24.340-07:00HADAS EN MADRID (Título a revisar)(Primeras dos "escenas" del primer episodio de un proyecto un poco más largo y ambicioso que los anteriores, a saber: Novela Negra + Fantasía + Mitología Ibérica + Madrid a día de hoy. A ver qué sale de ahí) <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Cuando, apenas un segundo después que el rayo, el trueno retumba tan fuerte que nota su vibrar en el pecho, Asesino sonríe. No ha podido elegir mejor momento para culminar su trabajo: una noche de tormenta, el viento buscando, malicioso, cualquier resquicio para helar hasta la médula al incauto que se deje atrapar por la noche en un paraje así, ensordeciéndolo con su agudo silbido. Un bosque viejo, enmarañado, opresivo, en el que solo las alimañas mas rastreras prosperarían. Una cabaña de cazadores abandonada a la ruina, porque en aquel sitio no hay nada decente que cazar. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Sí, definitivamente es lo más adecuado para su labor de hoy, casi diría que es el contexto más elegante. Hoy va a terminar con la vida de una tenebrosa criatura que se despedirá de este mundo en el más tenebroso de los marcos. Y va a ser así porque Asesino nunca falla.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Parémonos a observar al sonriente ejecutor: Asesino es alto y delgado. Parece llevar la cabeza afeitada, si es que alguna vez tuvo cabello. Su tez es oscura, opaca, aunque no podríamos definir de qué parte del mundo es, pues sus facciones son tan anodinas que no dejan ni rastro en la memoria. Sus ojos son aún más oscuros que su piel. Queremos pensar que son negros, porque parecen hechos del vacío, y todos pensamos que el vacío es negro. Viste con los colores de las sombras y como una sombra se mueve. De hecho, si llegas a acercarte lo suficiente, si llegas a fijarte con detenimiento en los detalles, te darás cuenta de que parece hecho de la materia de las sombras, si estas tuvieran materia. Y ese absurdo pensamiento sería lo último que pasaría por tu cabeza.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> La cabaña se alza en un claro rocoso y yermo del bosque. Por su única ventana titila la débil luz de lo que parece un candil viejo, es luz antigua como la que daba el aceite de ballena a nuestros abuelos. Una tenue hilacha de humo sale por lo que debería ser la chimenea, y que no es más que un agujero en el techo. Con tres o cuatro ágiles zancadas, Asesino cruza el claro, silencioso como un zorro y tan fácil de ver como una ráfaga de brisa en la noche. Se agazapa junto a la ventana y se asoma a contemplar la escena que dentro se desarrolla.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> De nuevo os pediré que prestéis atención a la escena que dentro se desarrolla, merece la pena el esfuerzo. Hay dos personas compartiendo el pequeño cuarto que es la única estancia de la cabaña. En un pequeño camastro, casi a ras de suelo, hay un bebé, de apenas un año, enfrascado en una terrible batalla a manotazos con un móvil de mariposas precariamente clavado al techo. Por el estado de las alas de las mariposas de colores, parece ir ganando. El otro ocupante de la cabaña es un hombre que, en la otra esquina de la habitación, escribe encorvado en un pequeño pupitre de escuela, seguramente recuperado de algún colegio clausurado. Es un tipo enorme,vestido con un inmenso abrigo de cuero (seguro que una sola vaca no fue suficiente para su confección), y se cubre la cabeza con un gorro de lana como los que usan los cazadores de ballenas de las películas. Tiene un punto cómico ver a un tipo de ese tamaño afanarse y sudar a chorros mientras trata de escribir en una mesa pensada para colegiales de diez a doce años. Además parece no tener demasiado éxito en su empeño, dado el gran número de papeles arrugados y lapiceros rotos que hay en el suelo y sobre el pupitre.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> El acechador se queda inmóvil, sorprendido por la tranquilidad de la escena. No es esto para lo que le han prevenido. El venía a cazar a la bestia más terrible que había pisado esas tierras en cientos de años y se encuentra a un tierno infante, del que nada le han hablado, y a un gigantón tratando de juntar unas cuantas letras, como si de un alumno aplicado y poco brillante se tratara. Y hay algo más: Una sensación indefinible de armonía, de bienestar, que no cuadra con lo que debería estar pasando dentro de esa cabaña. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Por cómo es el sitio y por cómo está la noche, debería estar siendo una noche horrible para los dos, con el niño llorando de frío, el hombre tiritando y con dolor de huesos, las mantas húmedas y el candil apagándose cada dos por tres a causa de las corrientes de aire. Sin embargo no es así. La estancia irradia calor, procedente al parecer de una desvencijada estufa de carbón que hay en una esquina. La luz, si bien es tenue, no por ello es desagradable ni mortecina, alumbra lo suficiente y no molesta a la vista. Las mantas, viejas mantas militares de color verde, en lugar de estar infestadas de chinches dan la impresión de abrigar con solo mirarlas. Y así cientos de detalles, nimios, insignificantes, pero que todos juntos hacen pensar en que los ocupantes de la pequeña cabaña no podrían estar en un sitio más acogedor. Es como si los muebles de la habitación estuvieran haciendo un último y soberano esfuerzo para cumplir su misión y hacer agradable la estancia, antes de convertirse en basura en el vertedero. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Es un pensamiento raro para cualquiera, pero Asesino no es cualquiera y por eso en lugar de asombrarse o hacerse preguntas absurdas, lo que hace es ponerse furioso. Sus patronos no han sido honestos con él. Está claro como el agua que éste es el objetivo, no ha podido fallar en la caza, esas cosas a él no le pasan. No le han dado toda la información sobre la presa, no es la Bestia maligna y sanguinaria que le han descrito. Del niño, por otro lado, no le han dicho nada. Toda esta situación es muy irregular y, cuando te dedicas a algo tan drástico como la eliminación, las irregularidades son algo que no te puedes permitir. Por esa razón hace algo que nunca ha hecho con ninguna de sus víctimas: llamar a su puerta educadamente. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> -Pase, la puerta está abierta- dice una agradable voz de tenor- Llega usted tarde, le esperábamos desde hace una hora larga.- añade en tono de amable reproche. Un cordial mayordomo británico no lo hubiera hecho mejor. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Efectivamente la puerta está abierta, y le recibe con un gracioso chirrido. La sensación de comodidad se acentúa en cuanto pone un pie en la casa. La temperatura es sumamente agradable, hace calor pero no sofoca, ni el candil ni la estufa hacen humo y no se nota ni la más mínima corriente de aire. Tampoco entra una gota de agua, aunque las grietas entre las tablas de la pared son tantas y tan grandes que dejan pasar la luz de los relámpagos de la terrible tormenta que fuera sigue desatando su furia.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> -Póngase cómodo. En un minuto estoy con usted, he de terminar esta carta. Me está costando más de lo que esperaba y si lo dejo ahora que he cogido el hilo, luego seguro que tengo que volver a empezar. Siéntese en la butaca. Es vieja pero muy cómoda.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Asesino, con un movimiento fluido y elegante, se despoja de su capa y la cuelga en el respaldo de la butaca. Efectivamente es muy cómoda y eso lo pone aún más en guardia. Una butaca de la que se salen los muelles y el relleno no debería ser cómoda.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> -¿Sabes quién soy?- pregunta Asesino. Su voz es alta y sonora, voz de mando la llaman algunos.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> -Por supuesto que sí, mi Príncipe. ¿O quizá prefiráis Alteza?. No sé, siempre me hago un lío con los títulos. Por mucho que me he proponga entenderlos no hay manera- le responde, sin dejar de escribir. Luego añade- Espero que le guste el té, porque es lo único que tenemos. No tenemos previsto pasar aquí más que esta noche y, como puede usted ver, no hay demasiados supermercados por la zona. Ja, Ja.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> El tipo sigue escribiendo durante unos minutos más y, con un gruñido y una maldición, termina la carta. Amorosamente coloca ese último folio en el montón que hay en el pequeño pupitre y suspirando se levanta de la silla. Mide más de dos metro y sus brazos, que estira hasta tocar el techo mientras bosteza, son increíblemente largos. Sigue dando la espalda a Asesino, su rostro sigue siendo un sombra oculta por el gorro de lana y las solapas del abrigo, que lleva subidas hasta las mejillas.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> -Bien. Ahora hagamos ese té, que ahí fuera ha debido pasar un frío de muerte.- Dicho eso se vuelve a su invitado.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Con ese gesto, todas las dudas que tenía Asesino se disipan. En verdad es la Bestia. En verdad debe matarlo, ya se preocupará más tarde de las irregularidades del contrato. En un movimiento, desenvaina su daga y apuñala, es un golpe tan practicado que parece mágico. La estocada es una de sus preferidas, de las que dejan seca a la víctima sin que pueda decir esta boca es mía. Va dirigida a la sien, al estrecho hueco que ahí dejan los huesos del cráneo. Si se asesta bien, destruye el cerebro, y el ser vivo que la recibe se ve reducido a una bolsa de fluidos aún antes de tocar el suelo. La ha asestado cientos de veces. Nunca ha fallado. Hoy golpea el aire. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Sin saber cómo la Bestia está ahora a su espalda. Una de sus manos, de sus garras, lo aferra por el brazo derecho,el armado. Con el otro brazo, inhumanamente largo, le rodea el cuello. Todo es demasiado rápido, demasiado irreal, como si la Bestia pasara de una posición a otra sin preocuparse de las intermedias. Y empieza a apretar. Resulta como si dos boas de acero hubieran hecho presa de él a la vez. Poco a poco la presión va en aumento. Asesino se ve, por primera vez en su vida, a merced de otro ser vivo. Todos sus esfuerzos son en vano, la presa es de hierro y cada vez se va cerrando más. Un chasquido y un gemido de dolor acompañan la fractura del brazo derecho, que se rompe como una ramita en manos de un crío destrozón. La daga cae al suelo, limpia e inútil. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Su gemido de dolor casi no se oye pues apenas puede tomar aire. Boquea como un pez fuera del agua. Unas chispeantes luces blancas empiezan a nublar la visión de Asesino. Lejos, como si viniera desde el fondo de una mina, escucha una voz cargada de ira y veneno. Un susurro en el que habla la muerte:</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> -¡Shhhhhhhhhhhh! No hagas ruido, duende.-Escupe- No perturbes el descanso de mi niña o ese brazo roto será el menor de tus dolores. Hace un momento, antes de comportarte como el huésped indeseado que siempre has sido, me has preguntado si sabía quién eras. Como siempre, los de tu ralea hacéis las preguntas incorrectas. La pregunta correcta te la tenías que haber hecho a ti mismo. Y esa pregunta es: ¿sé realmente quién me está invitando a un té en una terrible noche de tormenta?-un profundo gruñido de furia sale de la garganta de la Bestia, que ahora mira por la ventana- Ahora duerme, duende, luego me ocuparé de ti como tu rango y tu clase se merecen. Más invitados que atender. La noche será larga.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> La presión sobre la traquea aumenta, el poco aire que podía inspirar deja de entrar en sus pulmones. Las luces blancas dan paso a manchas negras. Luego la oscuridad, el silencio y el miedo llegan de la mano para Asesino.</p> <p style="margin-bottom: 0cm; border-top: none; border-bottom: 4.50pt double #000000; border-left: none; border-right: none; padding-top: 0cm; padding-bottom: 0.07cm; padding-left: 0cm; padding-right: 0cm" align="JUSTIFY"><br /></p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"><br /></p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Asesino despierta. Está sentado en la butaca, amarrado de pies y manos, en otras circunstancias eso solo hubiera servido para enfurecer al despiadado ejecutor. En otras circunstancias se habría zafado en un parpadeo, y habría sembrado la muerte a su paso tan solo por la afrenta recibida. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Pero las circunstancias no son otras. Se encuentra atado a la cómoda butaca, su brazo roto ha sido debidamente entablillado, vendado y, por el olor, le han debido aplicar algún tipo de emplasto curativo o analgésico, porque el dolor de la fractura no es más que un leve pulso al ritmo de los latidos de su corazón. Ese alma caritativa, sin embargo, no se ha descuidado ni un solo momento de su seguridad: sus ataduras son cadenas de hierro, que rodean sus piernas de los tobillos a las rodillas y sus brazos de las muñecas a los codos. En torno a la butaca hay pintado un círculo de tiza con símbolos arcanos en cada dirección de la rosa de los vientos. Para rematar hay otro círculo más amplio rodeándole, hecho de sal, y ramas de salvia y romero entrelazadas a una herradura encima de la puerta. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> En principio estas cosas no deberían funcionar por sí solas. Debería ser capaz de romper las cadenas pasar por encima del los círculos, patear la sal hasta esparcirla por toda la habitación y tomarse la salvia y el romero en una infusión. Solo un hechicero poderoso puede forjar tales cadenas, pintar tales círculos y anudar tales hierbas con esos nudos. Hay que conocer las palabras, los nombres, los sonidos y los olores de todas esas cosas para que puedan encerrar a un Príncipe. Y no ha habido tales hechiceros desde hace siglos. Asesino lo sabe bien, él eliminó a unos cuantos en los buenos viejos tiempos. Uno de esos magos parece haber salido de las sombras del pasado y de la muerte, para atormentarlo, y haber traído con él una sensación largo tiempo olvidada: El miedo.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> No hay nadie más en la cabaña. El niño ha desaparecido junto con el móvil de mariposas y no hay ni rastro de la Bestia. La butaca ha sido colocada en otro ángulo, delante de la ventana, a través de la cual se puede ver la mayor parte del claro rocoso a la luz de los todavía numerosos relámpagos. Hay movimiento fuera. Por lo poco que puede ver, su captor no ha ido muy lejos.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> La gigantesca Bestia está en cuclillas en el centro del claro, con las garras tocando la roca delante de él, parece esperar mirando a lo profundo del bosque. Se ha despojado del largo abrigo y del gorro de lana. No lleva puestos más que unos ajados pantalones vaqueros, un espeso pelo castaño cubre su pecho, su espalda, sus brazos. Parece un ridículo fenómeno de feria al que hubieran echado de la troupe por no atraer visitantes, y que se lamentara bajo la lluvia de su mala suerte. Pero cualquiera que le mire a los ojos por un solo instante, pensaría cualquier cosa menos que es ridículo. Si el miedo y el terror que esa mirada transmiten le dejaran pensar, claro.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> De repente el monstruo mira hacia el cielo, ruge a las nubes que descargan sobre él y alza los brazos, como implorando a los dioses de la tormenta. Empuña una lanza, casi tan alta como él, que parece hecha enteramente de hierro forjado. Con un fogonazo terrible que deslumbra a Asesino, un rayo cae sobre él y un trueno ensordecedor retumba en todo el bosque. Cuando recupera la vista, en lugar de la forma humeante y retorcida que espera ver, encuentra a la Bestia de pie, con la mirada de nuevo clavada en lo profundo de la espesura. </p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> -Demonios- musita- No puede ser. No debería ser posible. Él no puede hacer eso. Nadie puede ya.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> A continuación, con voz profunda y terrible como la tormenta que acaba de desafiar, la Bestia grita:</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> -¿Vais a tenerme aquí toda la noche? ¡Vamos! No me hagáis ir a buscaros, no es vuestro estilo. ¡Que pase el segundo plato! Quizás tengáis más éxito que el duende.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Todo parece detenerse. Hasta la lluvia parece amainar. Se abre un claro en la nubes, por el que pasa la luz de la luna llena. El bosque mismo parece contener la respiración. Cuatro figuras embozadas entran en el claro. Salen de la espesura desde el punto en el que Bestia había posado su mirada. En silencio, sin un solo ruido que rompa la innatural quietud que ha caído sobre el bosque, lo rodean sin que él haga nada por evitarlo. Eso sí, lo hacen manteniendo la distancia y sin darle la espalda. “Más listos que yo” piensa Asesino, para su vergüenza.“O más avisados. Alguien va a pagar por esto mil veces, si salgo de aquí entero”.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Los recién llegados son altos y van vestidos de rigurosos luto. Es lo único que se puede decir con esa luz. A Asesino eso le inquieta porque a él no le hace falta luz para ver y, sin embargo, no es capaz de verlos. Es como si se escaparan a la vista cuando intenta enfocarlos, como una perpetua sensación de estar viéndolos por el rabillo del ojo. Al duende le da dolor de cabeza intentar fijar se en ellos y de una cosa está seguro: un humano ni siquiera se daría cuenta de que están ahí. Y no se daría cuenta para su desgracia, porque Asesino acaba de adivinar quiénes son y un escalofrío ha recorrido todo su cuerpo.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> Las sombras se ciernen sobre la Bestia. Cuando a penas están a dos metros de él desenvainan unas largas espadas y cargan. El silencio sigue siendo absoluto. Todo pasa muy rápido. Las estocadas, golpes y tajos que lanzan son terribles. Las respuestas de la Bestia los son aún más. En apenas un minuto todo ha terminado como empezó, con Bestia en medio del claro apoyado en su lanza de hierro. Ha acabado con sus adversarios de uno en uno: Una estocada, un golpe, una dentellada, un zarpazo. Las Sombras Negras, símbolo de terror en el mundo de Asesino, han sucumbido y ahora se disuelven en la oscuridad de la noche, dejando atrás sus armas como única huella de su presencia. Hasta ahora el duende pensaba que tenía miedo, pero lo que sentía no era más que una leve desazón en comparación con el horror frío que ahora le cala los huesos. Ceja en sus intentos de escapar. Está a merced de algo que no es posible, algo que no debería existir, y que lo odia hasta unos límites que sus enemigos más acérrimos apenas pueden ni soñar.</p> <p style="margin-bottom: 0cm" align="JUSTIFY"> El vencedor se vuelve hacia la cabaña. No ha salido indemne de la confrontación: cojea y un brazo le cuelga inerte. Con dificultad ha recogido las espadas de los vencidos y se encamina de nuevo al refugio, con ellas bajo el brazo herido. Con un gruñido abre la puerta, entra y deja la lanza y su botín apoyados en la pared. Haciendo caso omiso de su prisionero, se echa en el camastro y parece quedarse dormido aún antes de tocar con su enorme cabeza la mísera almohada. Asesino no aparta la vista de él, aterrado y fascinado a partes iguales. Así los encuentra el amanecer. </p>Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-67174659858087667382011-09-21T13:53:00.000-07:002011-09-21T13:59:20.564-07:00EL TESORO DEL ZAPATERO(Este relato fue presentado al Primer Concurso de Relatos 221B, blog muy recomendable por cierto. Aunque no resultó vencedor el moderador ha tenido a bien publicarlo y yo no iba a ser menos, claro está. Espero que os guste)<br /><br /><div style="text-align: center;">EL TESORO DEL ZAPATERO<br />por Jaime González García<br /></div><br /><br />–¡No puedo más! ¡No lo soporto! –gritaba el recién llegado–. ¡Es superior a mis fuerzas! Me acosa. ¿Por qué no deja de hacerlo? ¿Qué le he hecho yo para que me persiga con tanto ahínco? ¿Acaso no hay criminales más peligrosos que yo? No puedo más, así que me entrego a usted para que me detenga.<br /><br />Aquel hombrecillo de hombros estrechos, gafas de concha y calva incipiente no paraba de repetir esas palabras una y otra vez, mientras estrujaba entre sus manos su viejo sombrero hongo. Ya llevaba así dos horas. Parecía deshecho, con los nervios destrozados, fuera de sí. Ese estado fue el que obligó al sargento Williams a hacer una pregunta que nunca antes había hecho como miembro de Scotland Yard, y ya iba para veinte años de servicio:<br /><br />–Está bien, está bien. Queda usted detenido. Pero antes de proceder a su encarcelamiento... ¿Sería tan amable de decirme qué es lo que ha hecho?<br /><br />–¿Que qué he hecho?–respondió–. ¿Que qué he hecho, me pregunta? ¡Como si no lo supiera! ¡Como si no hubieran sido ustedes los que le pidieron ayuda! Porque ha de saber, mi querido amigo, que sin la intervención de ese malhadado caballero yo nunca hubiera sido atrapado. ¡Nunca!<br /><br />»Mi crimen, del cual ya hablaremos luego –prosiguió tras dar un largo trago al té que le habían servido hacía unos minutos–, resultó tan bien planeado y ejecutado que escapa a la capacidad de cualquier policía de esta ciudad. Eso dicho con el mayor de los respetos, claro está. Como todos sabemos, es en esos casos cuando Lestrade, o cualquier otro de sus superiores, recurre a ese “asesor independiente” del que tanto hablan los periódicos y que todos sabemos quién es.<br /><br />Esto lo dijo tocándose la nariz con el dedo índice y una mirada de desquiciada astucia en los ojos. Williams lo dejaba hablar, pues temía que una interrupción terminara por derrumbar a aquel hombrecillo que, a todas luces, estaba loco.<br /><br />–Yo ya estaba al tanto de la existencia de ese casi infalible detective. Tanto es así que decidí, antes de llevar a cabo mi obra maestra criminal, empaparme, por decirlo de algún modo, en su obra y milagros. Busqué en las hemerotecas todos sus casos publicados en prensa, y me hice con todas y cada una de las recopilaciones que ha publicado ese matasanos amigo suyo.<br /><br />»Me pasaba las tardes rondando por su calle y trabando amistad con los que la frecuentaban (el lechero, el cartero, la florista de la esquina, el farolero...), para poderme hacer una idea de la forma en que su psique trabaja y así no dejar pista alguna que pudiera llevarle a mi paradero. Más que nada se trataba de una medida preventiva, por si se daba la circunstancia de que le pasaran el caso. Está claro que fracasé en mi empeño, porque, desde el día siguiente de llevar a cabo mi plan, empecé a encontrármelo por todas partes. Es muy hábil para el disfraz, eso lo ha demostrado un millón de veces, pero creo conocer todos y cada uno de los que más usa y lo detectaba apenas le veía. Me perseguía, a la espera de que yo cometiera algún error que me llevara a la ruina.<br /><br />A estas alturas el sombrero hongo no era más que una bola de fieltro arrugado. Por un rato el desdichado dejó de hablar, sacudido por unos sollozos tremendos, mientras miraba a la ventana y a la puerta, alternativamente, como si esperara que el mismísimo Lucifer apareciera para llevárselo.<br /><br />–Bueno, bueno, amigo, anímese –dijo el sargento dándole palmaditas en la espalda–. Tan mal no debió hacerlo cuando no fue detenido ipso facto. –El elogio pareció calmarlo un poco.<br /><br />–Eso es verdad –prosiguió–, y es un orgullo para mí, pero, a veces, me hubiera gustado haber fallado de verdad, para no alargar esta agonía. No sé si me entiende. Es que verá, la persecución ya dura tres meses: no puedo dormir, se me ha empezado a caer el pelo y me ha salido una úlcera que debe tener el tamaño de una guinea. Es insoportable sargento, insoportable.<br /><br />»Me lo empecé cruzar primero disfrazado de mozo de cuadra, pelirrojo y con unas tremendas patillas de hacha. Ese disfraz ya lo había usado en su primer encuentro con la señorita Adler. No se si lo recuerda. Sí, hombre, sí, cuando se infiltró entre el servicio de la casa donde ella vivía. Como me era conocido, lo detecté casi al instante, a pesar de que el engaño era tan perfecto que hasta el acento irlandés imitaba e, incluso, un domingo lo vi pasear acompañado de toda una familia ficticia que debía haberse alquilado. Aquel día le hice un gesto, desde la puerta de mi casa, haciéndole saber que lo había descubierto, y desde entonces el mozo de cuadras irlandés no ha vuelto a ser visto por la vecindad. Al verse descubierto había cambiado el disfraz. Me veía en la obligación de estar más atento que nunca.<br /><br />–Pero hacerle saber que había sido descubierto fue una temeridad, ¿no cree? –preguntó Williams, cada vez más divertido con el descabellado relato.<br /><br />–Puede ser –prosiguió el hombrecillo–, pero, por aquel entonces, yo todavía nadaba en los mares de la soberbia con la facilidad de un delfín. Me decía constantemente que podría superar a aquel hombre en su propio campo. Estaba convencido de poder detectar todas y cada una de sus tretas. Creía que jamás cometería un error que me delatara. Y así fue, pero a costa de mi salud mental y física, de mi hacienda y de mi reputación. Él me perseguía con el tesón de un sabueso y yo hacía el papel del zorro acosado.<br /><br />»Además, he de añadir que cuenta con los servicios de multitud de gente de baja extracción que, por unas monedas, me vigilaba mientras él descansaba. Estaba esa pandilla de mocosos, desarrapados y sucios, que no paraban de acosarme en la puerta de mi casa o de camino a mi trabajo y que, para colmo de la desvergüenza, se atrevían a pedirme limosna o unas monedas por ejercer de mensajeros, recaderos o limpiabotas. Ni qué decir tiene que al cabo de unos días de asedio aprendieron a mantenerse alejados de mi bastón. –Con un gesto de la cabeza señaló el delgado bastón de bambú que había en el paragüero de la entrada y prosiguió.<br /> <br />»Cuando sus agentes infantiles no le fueron de más utilidad empezó a mandar a otros: mendigos, caldereros, afiladores, floristas, cerilleras... Una miríada de asalariados para vigilar todos y cada uno de mis pasos. Al cabo de unas semanas cerré mi taller alegando enfermedad y me encerré en mi casa. Si no salía más que lo imprescindible al final se cansaría, desistiría en su empeño y me dejaría en paz. Me equivocaba otra vez. Ese hombre no es humano.<br /><br />»Volvió al truco de los disfraces para acecharme. Cada vez eran más elaborados, tanto en el maquillaje y vestuario como en la parafernalia necesaria para interpretar su papel. Un domingo se disfrazó de predicador suplente, alegando que el pobre señor Albernoon estaba en cama aquejado de ciática. Salí corriendo de la iglesia, como alma que lleva el diablo, y me dirigí a casa del legítimo pastor. Solo para cerciorarme de que estuviera bien, claro está, pues le tengo en alta estima. Y no lo estaba. No sé qué diabólico veneno empleó ese malvado, pero el pobre anciano no podía ni moverse de la cama. Ese monstruo es capaz de todo.<br /><br />»Este fue el primero de los incidentes que han acabado con mi buen nombre, pues la esposa del pastor, una señora muy enérgica he de decir, se negaba a dejarme pasar a ver al enfermo, alegando que no estaba en condiciones de recibir a nadie. Por más que yo insistía en que era de la mayor importancia que viera a su marido, ella insistía en que no podía ser (seguro que también estaba conchabada con mi enemigo), de modo que no tuve más remedio que tratar de colarme por la ventana. A pesar de que tuve éxito en mi empeño, no salí indemne de allí. El viejo pastor se despertó y, asustado, empezó a llamar a gritos a su mujer. Esta entró en tromba armada con una enorme sartén. Hube de saltar por la ventana, no sin antes recibir un buen golpe en la coronilla. Como puede ver aún se nota el tremendo chichón. –Para probar que lo que decía era cierto tomó, para sorpresa del sargento, la mano de su interlocutor y le obligó a palpar esa parte de su anatomía. Efectivamente aún se notaba el chichón, ahora del tamaño de una moneda de dos chelines.<br /><br />»Desde entonces no he podido volver a poner un pie en mi iglesia –añadió–. ¡Hasta la salvación de mi alma ha puesto en peligro ese monstruo!<br /><br />»Empecé a salir sólo por las noches y por la ventana trasera de mi casa. Dejaba siempre una lámpara encendida para que pensara que aún me encontraba en mi habitación. Aún así me lo topé como el fumador de opio que interpretó en “La Liga de los Pelirrojos”. Incluso, una noche en que mis pasos me llevaron hasta Whitechapel, me pareció verlo aderezado como una vieja meretriz, pero de esto no estoy seguro.<br /><br />»La poca reputación que me quedaba se vio reducida a nada cuando la señora Tate, miembro de una asociación que aboga por la erradicación de ese barrio de mala muerte, me vio saliendo de uno de los callejones más sórdidos. Yo solamente huía de una sombra que me seguía y que se parecía sospechosamente al medicastro ese que lo acompaña. Ninguna de mis explicaciones sirvió para nada y ahora me veo reducido a la condición de paria dentro de una comunidad en la que antes era respetado. Vivo en la más absoluta de las desesperaciones. Ya veo su cara de halcón por todas partes. Me estoy volviendo loco.<br /><br />El pobre hombre rompió de nuevo a llorar desconsoladamente. Williams, ya más preocupado que divertido, le tendió un pañuelo limpio que él usó para sonarse con un trompetazo que no hubiera desentonado en una manada de elefantes de la India.<br /><br />–Hoy ya ha sido la gota que ha colmado el vaso, como decía mi difunto padre. Hoy ha tenido la indecencia de venir a verme, a la hora del té, pero no de frente como todo gentilhombre debiera hacer. No, hoy también ha decidido presentarse representando un papel: el de anciano vendedor de libros. Ya no he podido más. He explotado y me he arrojado sobre él como una fiera. Tildándole de cobarde, sádico y diabólico monstruo, la he emprendido a golpes de bastón con él. Tanta ha sido mi furia que lo he puesto en fuga. A continuación, sabiéndome condenado, he decidido no brindarle, al menos, la satisfacción de detenerme. Y bien que he hecho, porque ya estaba el muy truhán con un policía a la puerta de mi casa cuando me escapaba yo por la ventana trasera, con el botín fruto de mis actividades delictivas bajo el brazo, rumbo a esta comisaría y a este su despacho. Y aquí me tiene. Renuncio a mi derecho a un abogado, métanme entre rejas y tiren la llave. A cambio quiero que me garanticen que jamás volveré a saber nada de ese implacable ser sin entrañas o sé que enloqueceré.<br /><br />–Entonces– inquirió el sargento–, ¿su crimen fue un robo?<br /><br />–Como si no lo supiera. Si no aprende a mentir un poco mejor, sargento, le veo pocas posibilidades de ascenso, no se lo tome a mal. Efectivamente mi plan maestro fue para ejecutar un robo. El robo más elegantemente ejecutado desde el Gran Robo del Tren. El objeto de mis desvelos estaba guardado literalmente bajo siete llaves y solamente el Can Cerbero igualaba en ferocidad a la bestia que lo custodiaba. Aún así todas esas precauciones fueron en vano.<br /><br />»¡Me hice con él! –dijo ufano–. Se trata de un tesoro de incalculable valor, que he dejado a buen recaudo en manos de uno de sus subalternos. De hecho, no he dejado de insistir hasta que lo ha guardado en una de sus robustas taquillas. Si quiere verlo está a su total disposición.<br /><br />La curiosidad picó al veterano sargento, que se levantó mientras, para alegría del reo voluntario, dijo:<br /><br />–Efectivamente, voy a inspeccionar tan gran tesoro. Me temo que una de nuestras taquillas, por robusta que sea, no será suficiente para garantizar la seguridad de algo de tanto valor. Hágame la merced de permanecer en mi despacho y no olvide que está bajo arresto. –Con esto pareció sosegarse el pobre hombre.<br /><br />Cuando salió de su despacho la expectación entre sus subordinados era evidente. El viejo Williams llevaba casi tres horas encerrado en el viejo cuarto de descanso con aquel loco que, entre sollozos, había entregado una vieja maleta atada con unas cuerdas al cabo de guardia y había exigido la presencia del oficial de guardia. Lo habrían mandado a paseo si no hubiera sido reconocido por uno de los guardias.<br /><br />–¡Bah! Sólo es el viejo Thorpe, el zapatero de Baker Street –dijo–. Por lo visto se le fue la chaveta has unos meses y aún no ha vuelto a sus cabales. Dejadle hacer, ya se sosegará. Además, hoy la tarde parece tranquila y puede ser divertido.<br /><br />El interés había aumentado aún más cuando uno de los compañeros que hacía la ronda llegó acompañado de un viejo vendedor de libros. Venía el pobre hombre con golpes que recordar y dispuesto a interponer una demanda contra el desgraciado zapatero.<br /><br />–Sin cruzar palabra, oiga, sin cruzar palabra –repetía una y otra vez–. He llamado a su puerta a ver si le interesaba la nueva Enciclopedia Universal, pues así me gano el pan honradamente, y el muy animal se ha lanzado sobre mí como una fiera y me ha dado de bastonazos. Si no me voy corriendo me mata, amigos míos, me mata seguro.<br /><br />Una vez sosegado y despedido el librero, al que la caridad cristiana impedía denunciar a un pobre hombre fuera de sus cabales, la salida del sargento del cuarto de descanso añadía un capítulo más aquella historia que tan distraída estaba haciendo la tarde.<br /><br />–¿Y bien, señores? –dijo al percibir tamaña expectación–. ¿No tienen nada mejor que hacer? <br /><br />–Vamos sargento, que estamos en ascuas. Veamos el fabuloso tesoro –dijeron todos, casi a coro.<br /><br />Fingiendo que lo hacía a regañadientes, Williams tomó las llaves de la “robusta taquilla”, que no era más que el armario de las escobas, y sacó la mohosa maleta. Al deshacer los nudos la maleta, prácticamente, se les deshizo entre las manos. Dentro no había más que una bolsa de fieltro bastante llena. Tintineaba al agitarla y, con cuidado no fuera a ser de verdad un tesoro perdido, vaciaron su contenido sobre la mesa del cabo de guardia. Dedales. Unos doscientos dedales de todo tamaño, forma y material rodaron sobre la mesa. Los había de hierro, de acero, de madera, de alpaca, de porcelana decorada. Había dedales como para proteger de los pinchazos a todas las costureras de Londres.<br /><br />–¡Demonios! –exclamó uno de los guardias más veteranos–. ¿No os acordáis que hace tres meses los herederos de la Vieja Smith se quejaron de que habían entrado en su casa y envenenado con laxante al terrier asqueroso aquel que tenían? Dijeron que lo único que se habían llevado era la maleta que les había dejado la Vieja con la horrible colección de dedales de su difunto marido. Mirad por donde, un loco roba la obsesión de otro loco. ¡Cómo está el mundo!<br /><br />Con un suspiro el sargento Williams ordenó a todos que volvieran al trabajo, que alguno habría, y al cabo que llamara al hospital para que vinieran a recoger a pobre señor Thorpe. Ya se encaminaba hacia el cuarto donde estaba el “detenido” cuando un terrible aullido sobresaltó a toda la comisaría. <br />–¡Es él! Al fin ha venido a triunfar sobre mí. Pues no lo hará, ahora mismo me largo de aquí.<br /><br />Se oyó un ruido de cristales rotos y el de un cuerpo a chocar con el suelo. Williams entró en tromba en su supuesto despacho y se encontró con que el pobre hombre se había arrojado por la ventana. Afortunadamente no estaban más que en un primero y solo se había torcido un tobillo. Cuando llegaron a la calle, los policías se encontraron con que el zapatero trataba de huir, medio cojeando medio a brincos, mientras con una risa demente gritaba:<br /> <br />–¡No me pillarás, no tú! Jejejeje. ¡No me pillaras, no tú! Jejejeje.<br /> <br />Lo detuvieron y se vieron en la obligación de esposarlo, porque ahora no quería entrar en el mismo edificio del que antes no quería salir por nada del mundo. Sus ojos dementes no dejaban de mirar a una pareja de caballeros de mediana edad, sin nada de particular, que parecían esperar a alguien en la esquina de la propia comisaría.<br /><br />Aún se debatía cuando los enfermeros del hospital se lo llevaban al carro ambulancia, amarrado con una camisa de fuerza. Los dos caballeros todavía estaban allí, esperando. Lo que ocurrió cuando pasó a su altura fue todavía peor:<br /><br />–Yo te maldigo, bestia con hielo por sangre –gritó con voz terrible–. No me pillarás porque ya me han pillado. ¡ÑAÑAÑAÑAÑA! –cantó con voz de niño–. ¡Estreñido! ¡Drogadicto! ¡Maricón! –Escupía y pataleaba. Maldecía como un estibador de Liverpool. Y todo el tiempo parecía dirigirse al caballero alto, al que no quitaba ojo de encima.<br /><br />Ambos señores se quedaron helados ante tamaña demostración de locura.<br /><br />–Una verdadera pena cuando la mente del hombre desvaría –dijo el más bajo de los dos–. ¿No le resulta conocido ese desgraciado caballero?<br /><br />–Me temo que no lo había visto en mi vida -respondió el otro-. Retirémonos ahora que ya hemos resuelto los asuntos que nos traían aquí, querido amigo. He de meditar sobre ese nuevo asunto de la Rata Gigante, y le confieso que me pone los nervios de punta."<br /><br /><br /><br /><div style="text-align: center;">FIN<br /><br /><div style="text-align: left;">El blog en custión es: http://belakarloff221b.wordpress.com/ e insisto en que es muy recomendable, te guste Sherlock Holmes o no.<br /></div></div>Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-77206828659479513642011-04-16T02:12:00.000-07:002011-04-15T17:24:43.205-07:00COSTUMBRES<div style="text-align: justify;"><span style="font-family:arial;">(Relato corto presentado al certamen de Cuentos Cortos de Renfe 2011)</span><br /><br />De mi casa a la oficina hay hora y media de trayecto, la mayor parte del cual paso en un tren de Cercanías. Tres horas de viaje al día, en el mejor de los casos, que aprovecho para leer, escuchar música, dormir, mirar a las musarañas y, desde hace un año, observarla.<br /><br />Ella se sube una estación después de la mía y continúa viaje cuando yo me apeo. También vuelve en el mismo tren que yo. Como yo, es de costumbres fijas, siempre se sienta en el mismo asiento, frente a mí, de espaldas a la marcha, siempre pone su mochila en el mismo sitio, siempre lee, escucha música, duerme o mira a las musarañas en la misma posición.¿Habrá tomado por costumbre observarme a mí? No lo sé, me gustaria pensar que sí.<br /><br />En este año hemos cruzado cuatro palabras diarias: “Buenos días” y “Buenas tardes” por la mañana al partir y por la tarde al volver, respectivamente. He calculado que han sido unos doscientos días, así que resultan ochocientas palabras. Creo que hay compañeros de trabajo, a los que veo ocho horas diarias, con los que he hablado menos en los seis años que llevo en la empresa. Esa idea me parece curiosa.<br /><br />Hoy hemos roto con nuestras costumbres. Hoy ella se ha subido al vagón con una extraña expresión en el rostro y, al ver que era yo el único ocupante, ha empezado a llorar. Quiero pensar que, al igual que ella para mi, yo soy alguien que forma parte de su vida, aunque sea de una forma efímera y, por qué no decirlo, extraña, y que llorar delante de mí no la incomodaba. Me he levantado y le he tendido un pañuelo limpio. Me he sentado a su lado.<br /><br />Hoy me he pasado de parada y he llegado tarde a la oficina. Hoy he perdido un pañuelo.<br /><br />Mañana cambio de asiento. De espaldas a la marcha.</div>Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-71508996484994316502010-07-19T15:09:00.000-07:002010-07-19T15:21:56.549-07:00EL VIAJE (II)RELATO DIVIDIDO EN PARTES:<br />PRIMERA PARTE: <br /><br />http://hrundivbaksi.blogspot.com/2010/07/el-viaje.html<br /><br />(Sigamos, que nos dan las uvas)<br /><br />Aún con todos los esfuerzos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, aún sin la intromisión de la prensa amarilla, aunque todos hubieran remado en la misma dirección para esclarecer los hechos, nadie hubiera podido averiguar el destino que había corrido esa gente. Solamente una persona en todo el universo tenía la capacidad para deducir los hechos acontecidos ese día de ventisca, pero Sherlock Holmes es un personaje de ficción inventado por un inglés a finales del XIX (¿o quizá no?). Esto es lo que pasó si es que usted, amable lector, desea seguir con nosotros.<br /> Como ya dijimos el autobús partió a las cinco de la tarde con sus veintiocho ocupantes. Desde la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales tomaron las carretera de Aravaca, para enlazar con la Nacional V, dirección Badajoz. Esta era, y es, la ruta más sencilla para llegar a los pueblos del sudoeste de la provincia de Madrid. Una vez pasados los pueblos de Alcorcón y Móstoles, paradigma de las ciudades dormitorio españolas (Ve solo a dormir si puedes), salieron a una zona en la que aún se adivinaba el carácter agrícola que la zona había tenido hasta hacía no demasiado. Si el incidente, episodio de ira divina, o de su providencia, conjunción de esferas, colapso espacio-temporal, o como quiera llamárselo hubiera tenido lugar en más cerca las grande aglomeraciones de población de la zona, quizá todo hubiera sido diferente. Quizá hubiera sido peor. <br /> Porque lo que en realidad ocurrió es que de repente, si previo aviso, la nube que amenazaba descargar comenzó a hacerlo. Y de qué manera. Al cabo de pocos kilómetros, Ceferino, avezado conductor, curtido en mil y una batallas al volante, se olió aquello no era normal y comenzó a musitar una oracion a San Cristobal, patrón de su pueblo y, por un afortunado azar, también de los conductores. Y debió ser atendido, porque se lo llevó con él a ese cielo en el que creía, y como se verá más adelante casi fue una suerte para él. Fue al primero que perdieron y ninguno de los cayeron más adelante tuvieron final más rápido y dulce,o varios de ellos le dedicaron a Ceferino sus últimos pensamientos, y todos, absolutamente todos eran versiones del tema “¡Jodido cabrón con suerte!”. <br /> Volvamos a lo que nos ocupa, que nos dispersamos. Nevaba, muchísimo. Y hacía un viento que cortaba la respiración, pero Ceferino, profesional como pocos era el responsable de la seguridad del pasaje y no iba a dejarse arredrar por unos cuantos copitos de nieve mal contados, que estas cosas siempre parecen peores de lo que son. Además, San Cristobal no le había fallado nunca, así que decidió parar a ver conseguía llegar hasta la última gasolinera y desde allí llamar a Protección Civil, al Ejército o a quien narices se pudiera hacer cargo de sacar de allí a aquellos muchachos tan majos y tan raros, porque, y aquella era otra de las rarezas de la situación su movil habia dejado de funcionar y la radio del autobús parecía querer hacerle los coros a la tormenta con continuos ruidos de estática. En el momento en que consiguió hacer que el coche se detuviera, cosa bastante dificil porque patinaba de mala manera y ninguno de los sistemas de seguridad que se suponía debian evitar aquello parecía funcionar, abrió la puerta delantera, se envolvió en una mohosa manta que guardaba debajo del asiento y con un “Voy por ayuda porque así no podemos seguir, no veo una foca en una pista de tenis y si continuamos nos la pegamos fijo. Dejo la calefacción dada y en el portameletas hay mantas de sobra. ¡Ah! Y mi señora me ha puesto un termo con caldito de pollo, seguro que sigue caliente. En una horita o así estoy aquí, con la División Brunete si es necesario, ¡por estas!” Y besando la medallita de San Cristobal salió al frío de fuera. No volvieron a verle. Nadie lo conocía, nadie lo echó demasiado de menos, pero siempre fue considerado el primer Heroe Caido y su nombre consta en las Sagas de los Veintiocho en un lugar de honor.<br /> Comenzaba así la espera. Se repartieron las mantas, afortunadamente había mucha parejita en la expedición de manera que ellos compartían y compensaban la escasez de tela con exceso de cariño. Hasta ese momento habían estado bastante tranquilos todos, asumiendo que lo de ver estrellas iba a quedar para otra noche pero que, en cuanto se alejaran de la malhadada nube, podrían llegar sin problemas a la finca de Doña Rosa y montar la fiesta en el cobertizo que, según informaciones de Naco, sobrino de la susodicha Doña, se alzaba en el lugar y en el que había chimenea y colchonetas para todos. La horita o así, pasó en un suspiro, y detrás de ella unas tres o cuatro más, o al menos así lo creyeron. Y al cabo de ese momento empezaron a ponerse nerviosos, aunqeu no dio para dramtismos y momentos de histeria, porque poco a poco, uno tras otro fueron cayendo a una duermevela primero, sueño profundo después, que hubiera supuesto, si aquello hubiera sido una tormenta de nieve normal, que al amancer lo que se hubiera encontrado dentro del autobus hubieran sido veintisiete polos extragrandes sabor humano. <br /> Solo Rodrigo consiguió mantenerse medio despierto, y solo él pudo sentir ese momento en que todo se difuminaba a su alrededor, cuando todo, durante un instante, parecía aguantar la respiración a la espera de algo. Ese algo ocurrió pero Rodrigo no dio la voz dde alarma porque estaba acostumbrado a ese tipo de circunstancias, que él crei eran fruto de una leve enfermedad psiquiatrica, que él mantenia en secretoy que nunca le habia impedido ser una persona más o menos normal. Como la tormenta no era normal, tuvo el mal gusto de mantenerlos helados pero vivos para lo que después vendría, que sería sin lugar a dudas mucho peor que una dulce muerte por congelación, de manera que el amanecer los encontró a todos acurrucados unos contra otros, ateridos de frío y sin saber dónde narices estaban.Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-7446162603916193842010-07-18T12:23:00.000-07:002010-07-19T15:22:20.687-07:00EL VIAJEAlgunos, que creían en Dios y esas cosas, opinaban que aquello ocurrió porque el Ser Supremo dejó una puerta abierta al Infierno para castigarnos, o enseñarnos algo, o las dos cosas. Los que no creían, o no pensaban que Dios se preocupara por esas cosas, decían que el “incidente” había sido una demostración de no sé qué teorías de la física moderna, que indicaban que hay una infinidad de universos y que todo lo imaginable, o lo inimaginable, era posible. Rodrigo, que al fin y al cabo es el que nos interesa, porque esta es su historia, pensaba lo mismo que una de las pegatinas para el coche más vendida de la historia: “Shit happens”, es decir, la mierda ocurre y ya está. Y tiende a caer como todas las cosas, hacia abajo, y por eso no le extrañó demasiado verse metido en una movida como aquella movida. Si estás en lo más bajo y empieza a llover mierda, te toca una parte verdaderamente enorme de la misma. La verdad es que cualquiera de las tres teorías resultaba totalmente válida, ya que ninguno de los implicados tenía ni puñetera idea de qué había pasado, lo cual hacía que siempre hubiera un tema de conversación para las noches frías pasadas al calor de una lumbre y una botella de vodka de patata.<br /> Era en aquellas noches, cuando el abominable vodka casero nublaba la vista y cancelaba temporalmente cualquier capacidad psicomotriz, cuando a Rodrigo le daba por pensar en cómo había empezado todo. La verdad es que no solía estar nunca en condiciones de sacar una conclusión válida y, de todas maneras, de nada habría servido. Siempre, antes de caer inconsciente ante el fuego del hogar, acababa diciendo las mismas palabras<br /> “¿Por qué coño me levanté de la cama aquel día?”<br /> Fue en un día desapacible, por llamarlo de algún modo. Unos de esos raros días en los que nevaba en Madrid y toda la región se convertía en un caos. Y fue una suerte que nevara, pues así fueron menos, como más adelante se contará, los que compartieron el desgraciado destino que los aguardaba en un lugar tan prosaico, a priori, como El Álamo, pueblo de la provincia de Madrid que quedaba, como diría el filósofo, “allá donde Cristo perdió el walkman”. <br /> La aventura comenzó, contra cualquier pronóstico, en el club de Astronomía de la Facultad de Económicas el cual, como el lector se podrá imaginar, no era de los más populares entre los estudiantes, lo cual es razonable si se estudia el corte de los matriculados allí. Cuando lo que verdaderamente te interesa es sacar la carrera cuanto antes para trabajar en la empresa de papá, o para opositar, o para conseguir un trabajo que te permita pagar una hipoteca, en el peor de los casos, no son muchos los candidatos a entrar en una asociación sin ánimo de lucro que se dedica a mirar estrellas y que no va a representar un apunte demasiado brillante en tu currículo. <br /> Sin embargo, fruto de la tenacidad de unos cuantos estudiantes raros y de la liberalidad (bendita liberalidad) de un decano amante de salir en las portadas de los periódicos universitarios como promotor, o incluso mecenas, de todas las actividades extra escolares que imaginarse puedan, Económicas contaba con grupo de teatro, coro, diversos equipos de deportes minoritarios (volley, balonmano y algo muy raro llamado Lacross) y el ya mentado Club de Astronomía “Perseo”. Mas esta buena estrella se hallaba en un tris de irse al garete a causa de una inoportuna recesión económica global, que se tradujo en un drástico recorte en las subvenciones y en un escrito, sobriamente redactado y firmado por el decano amante de las artes y las ciencias, que venia a decir que, o se demostraba el interés de los alumnos en las actividades de la asociación, o se cortaba el grifo. Y, para demostrar susodicho interés, iba a ser necesario presentar un libro de socios en el que constaran, al menos, cincuenta matriculados en las diversas carreras que se cursaban en la Facultad.<br /> Entre los socios de Perseo cundió el pánico. Ni siquiera en sus mejores días habían pasado de la docena de socios, y en aquellos momentos se habían estabilizado en la nada halagüeña cifra de seis cazadores de estrellas aficionados, a saber: Rodrigo, presidente, Carlos, tesorero y los cuatro vocales, Ñaco, Esteban, Alberto y Luis. En su descargo hemos de decir que no era porque no lo intentaran, todos los viernes había reunión en la cafetería, anunciada mediante carteles por todo el recinto, en las que se animaba a los futuros economistas y empresarios a levantar su mirada de los modelos de la Teoría de Juegos de John Nash y los balances y admirar las maravillas del firmamento. Nunca tuvieron demasiado éxito, será porque ninguno eligió marketing como asignatura de libre configuración, de manera que al final acababan esa media docena de románticos, demasiado malos en matemáticas para estudiar astrofísica y demasiado cobardes para no elegir una carrera con “pocas salidas” y, armados de sillas de jardín, prismáticos y un telescopio de segunda mano, se plantaban en mitad del campo de fútbol a disfrutar de lo que les brindara la noche, si esta resultaba despejada. Si no lo era, acababan de copas en Casa Paco, borrachos (al fin y al cabo eran universitarios un viernes noche) y divagando si “2001, odisea en el espacio” reflejaba bien lo que sería realmente un viaje interplanetario o si Kubrick era un capullo pretencioso. Aquellos días dorados tocaban a su fin, y no porque ya no les dieran más pasta para la compra de lentes nuevas o los billetes de tren a la sierra, sino porque aquel viernes de diciembre se presentó en la reunión de emergencia el hermano de Carlos, un tipo aún mas capullo que Kubrick,tuno para más inri, que sentenció:<br /> “¡Pues haced lo que nosotros! Montáis un sarao, hincháis a la peña de sangría y al final pasáis el libro de socios diciendo que necesitáis “simpatizantes”. Antes de que os deis cuenta, tenéis cien tipos que piensan que vais a montar una de estas todos los viernes”.<br /> Normalmente las sugerencias del tuno caían en el más absoluto de los ostracismos, sin embargo esta vez, y esto se puede tomar como una medida de la desesperación de estos astrónomos aficionados”, le hicieron caso. Maldita la hora.<br /> Siguiendo las instrucciones del tuno, se dejaron el presupuesto que se iba a dedicar a un juego de mantas térmicas, para las frías noches de invierno, en carteles enormes, de papel satinado y colores brillantes, en los que se veía un enorme vaso de sangría en la mano de una rubia neumática, casi de tamaño natural, al lado de un minúsculo, casi invisible telescopio, contrataron a un informático para que hiciera una página web y gestionara el blog y las cuentas de facebook, tuenti, netlog y twitter que se abrieron “ad hoc” y alquilaron un autobús de dos plantas, climatizado y con baño. En definitiva hipotecaron el futuro de la asociación aunque, por suerte, ese iba a ser el menor de los problemas que el viaje provocaría.<br /> Si se hubieran parado a pensar un solo momento hubieran dejado la excursión para otro día. Porque el día amaneció desapacible como pocos. Había nevado, y eso que era mediados de marzo y la primavera debería haber empezado a dar señales de vida, un viento. frío y seco, cortaba caras y helaba manos y pies. Además el cielo estaba encapotado con un manto gris plomo bastante ominoso, y cuando dieron las cinco de la tarde, hora de salida desde la propia facultad, no es que hubiera despejado demasiado. Sin embargo siguieron adelante, era el ahora o nunca para la asociación, asi que en cuanto fueron una cifra apreciable (27 personas) subieron al autobús destino la finca de Doña Rosa, sita en El Álamo, último pueblo de la provincia de Madrid, lugar que no tuvieron la suerte de conocer porque nunca llegaron a destino.<br /> Mucho se habló después del autobús desaparecido junto con 27 estudiantes y su conductor, en plena Nacional V, durante la extraordinaria ventisca que se abatió sobre Madrid aquel sábado 17 de marzo. Policía nacional, Guardia Civil, CNI y todo aquel que tenía algo que ver con los servicios de seguridad de este país, dedicaron tiempo y esfuerzos extraordinarios para esclarecer los hechos, sin ningún resultado. Las cadenas de televisión entrevistaron a todo aquel que podía, remótamente, tener relación con el vehículo y sus ocupantes, desde familiares a cualquiera que hubiera transitado por esa carretera ese día, sin que consiguieran aclarar nada y con el agravante de enfangar la investigación policial con descabelladas teorías y soprendentes testimonios de testigos que, en el mejor de los casos, acababan de salir del hospital psiquiatrico con el alta parcial y, en el peor, querían hacer caja con la desgracia ajena. Cuando la cosa se enfrió, porque a todo se acostumbra el ser humano, hasta a la desaparición sin dejar rastro de un autobús de de cuatro toneladas con todos sus ocupantes, solamente los amantes de lo extraño quedaron para recordar a los chicos de Perseo, bueno, ellos y las pobres familias, pero estas no tenían un programa en la telvisión los domingos a medianoche para recordar a todos que 28 personas se esfumaron en el aire para no volver a aparecer nunca, así que tuvieron que conformarse con dejar flores en la puerta de la Facultad de Economía cada 17 de marzo, a las cinco de la tarde.Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-8189526737543433312010-04-29T16:40:00.000-07:002010-04-29T16:44:37.763-07:00De vuelta con la burra al trigoYa vuelvo a estar perdido, si es que alguna vez llegue a encontrarme. Espero que reabrir este blog y, sobre todo, darlo a conocer, me ayude a salir del agujero en el que estoy metido. No diré mas por ahora para no crear falsas expectativas.Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-31836343150146355272009-10-12T13:25:00.000-07:002009-10-12T13:27:44.505-07:00Lunes 12 de octubre de 2009<br /><br />Esto que ahora empiezo no es un diario, porque la exigencia de escribir un diario es para mí demasiado grande.<br /><br /><br />Siempre he oído decir que se escribe mejor cuando no se es feliz. Si eso es así esta historia que ahora escribo debería resultar una verdadera maravilla porque, sí amigos, estoy a mil jodidas millas de ser feliz. <br /><br />A un mes de cumplir los treinta, entre mis logros mas sonados se cuentan: El no aprobar, en prácticamente diez años de paso por la universidad, ni la mitad de las asignaturas de la carrera de Economía; el trabajar en muchos sitios, nunca más de unos meses cada vez, en los que los demás siempre están de paso, buscando algo mejor (y cuando me dieron una oportunidad no fui capaz de aprovecharla y encima le eché las culpas de mi fracaso a un pobre desgraciado, que por casualidad era mi jefe); el no ser capaz de mantener una relación sentimental adulta, de no querer esforzarme por hacer feliz a la otra persona, aunque ella siempre estuviera allí para aguantar mis problemas y, encima, tener la habilidad de quedar siempre como el abnegado en la relación; y por último no ser capaz, siquiera una vez, de esforzarme en sacar una oposición que está claramente por debajo de mi capacidad intelectual, pero a una distancia sideral por encima de mi capacidad de esfuerzo.<br /><br />Como pueden ver la cosa no pinta nada bien en estos momentos, desmotivado, enfadado con el mundo porque me da miedo enfadarme conmigo mismo, aunque bien sé que no hay más responsable que yo, me dedico a dejar pasar día tras día en la misma dinámica, en la misma rutina de pérdida de tiempo, de molicie, de desidia. He pensado en escribir, pero tampoco tengo la voluntad de escribir siquiera cincuenta palabras al día. He pensado intentar dedicarme al teatro, en cualquiera de sus actividades relacionadas, ya que en eso gasté la mayor parte de mi tiempo en los días dorados de la universidad, pero me da miedo, más bien terror, lo duro que es poder ganarse la vida en ese mundo. He pensado irme al extranjero, pero tampoco me sale de los cojones ponerme a aprender un idioma nuevo o a buscar la forma de viajar y establecerme. Hasta he considerado dedicarme a la cocina, pero es que la mera idea de pasarme ocho horas metido en una cocina me parece tan cansado. En definitiva, que antes de decidir qué demonios quiero hacer con mi vida, he de conseguir vencer la resistencia que yo mismo ejerzo contra cualquier tipo de esfuerzo continuado. Y ahí reside el problema, sé que cuando algo me entusiasma, me dedico a ello de manera obsesiva, pero ahora no hay nada que me entusiasme, ni siquiera que me atraiga o que despierte mi curiosidad. Estoy atorado, varado en la playa y ni siquiera tengo ganas de aletear para volver al mar. He de salir de aquí o no sé donde voy a ir a ir a parar, pero seguro que no va a ser a ningún lado bueno.Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-70349158247666674362008-09-04T15:40:00.000-07:002012-10-19T12:06:02.879-07:00PARTITURA DEL CUARTETO DESASTRE (I)<div style="margin-bottom: 0cm;">
PARTITURA DEL CUARTETO DESASTRE</div>
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La polilla llevaba un rato golpeando el cristal del quinqué que alumbraba encima de la cómoda. Esa era la única luz de la deprimente habitación, y el pequeño insecto el único entretenimiento que podía disfrutar una persona que llevaba atada en el suelo desde hacía unas ocho horas. Por fin, en un último intento de desesperada locura, la mariposa nocturna consiguió lo que llevaba intentando desde que cayó la noche, se coló por el tubo de la lámpara de petróleo y ardió aumentando la luz durante un breve instante, despidiéndose con un fogonazo blanco. Un final terrible y hermoso.</div>
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Rompió a reír. “Bonita metáfora” dijo en voz alta. Aunque no creía que hubiera nadie que pudiera oirlo, no quería que aquellos cabrones pensaran que había perdido el juicio allí, atado en la oscuridad, sin saber qué le tenían reservado. Secretamente pensaba que el seso ya lo había perdido hacía unos meses, cuando ella volvió a llamar a su puerta. </div>
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Cualquier otro, a poco que tuviera dos dedos de frente, se hubiera dado cuenta de que todo volvería a acabar como el Rosario de la Aurora. Pero, la última vez que se lo hizo mirar, le habían calculado un dedo y tres cuartos. Esa era la única explicación racional que podía dar al respecto de que ella lo hubiera embarcado, otra vez, en una descabellada aventura. Los diez años que habían pasado desde que la conociera le habían quitado de la cabeza sueños y pelo, pero no habían sido capaces de modificar, ni un ápice, el monolito de lúcida estupidez en que se convertía su conciencia cuando ella lo miraba con aquellos ojos verdes.</div>
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Ella, lámpara, él, polilla. Siempre había sido así, y por eso se veía ahora metido en tamaño carajal. De todas formas, no le guardaba rencor, eso lo tenía reservado para aquellos que lo habían atado. Y has de tener mucha confianza en tu habilidad con los nudos marineros, y en los productos de “Amigos de la Escalada” empleados en amarrar, al armario de la abuela, a un tipo al que apodan “Montaña”.</div>
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Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-48133803510350794692008-02-05T10:31:00.001-08:002008-02-05T11:20:42.963-08:00¡Órdago!La niebla tenía, aquel día, la consistencia y el color de las gachas de harina de almorta. Aquel día... fue el día en que yo, Abutardo McKórnickol, licenciado en filología turkmena y doctor en "Cosas Malas" por la prestigiosa universidad de Nictokamis (estudios a distancia, incluso transdimensional) descubrí la verdad.<br /> En estas páginas que escribo, querido lector, hallarás lo que realmente se oculta tras ese velo de estúpida ignorancia, que embota la inteligencia y los sentidos de casi toda la humanidad. En este autoimpuesto retiro de Bolluyos del Condado, he encontrado, al fin, la paz suficiente para dejar constancia de la horrible realidad que, con estos desgraciados ojos, tuve el horror de contemplar. Las manos me tiemblan y el corazón se me para al recordar aquella noche con niebla, en la que deseé no haber nacido.<br /> Todo comenzó una soleada mañana de junio. Disfrutaba yo de unas merecidas vacaciones tras un duro curso que había culminado con mi doctorado en "Cosas Oscuras,Negras, Tenebrosas y Viscosas", abreviando "Cosas Malas", en la honorable facultad de ¡Uy, que susto! de la Universidad de Nictokamis. Me ufanaba yo de mi nuevo doctorado,muy orgulloso de haber superado tan ardua carrera, a pesar de no ser la especialidad que yo había elegido como primera opción (la nota de corte para acceder a los estudios "Cosas con Tentáculos" se había puesto por las nubes desde que se empezó a impartir en una famosa pulpería del centro de Vigo), cuando llegó la noticia de la desaparición de mi mejor amigo, y colega de estudios, Chinchillos Fountain.<br /> La noticia, si bien me horrorizó, no me sorprendió en absoluto, ya que Chinchillos se había embarcado en una descabellada expedición, contra la cual todos sus amigos intentamos advertirle. Había decidido encaminar sus pasos hacia ese peligroso e ignoto territorio denominado Los Cerros de Úbeda. Una oscura cordillera, no muy grande en tamaño, ni en altura, pero tan inmensa en misterios y maldad que había pasado a formar parte del refranero popular. Irse "Por los Cerros de Úbeda" era mucho más serio de lo que parecía, pocos volvían y ninguno en sus cabales.<br /> Las autoridades, como siempre, acallaban todas esta desapariciones. De hecho, se había formado un cuerpo de operaciones especiales, el QNSENET(*1), para la vigilancia y encubrimiento de todo hecho extraño acaecido, tanto en esta zona, como en otras igual de ominosas, como los oscuros páramos de Babia o la nebulosa zona situada entre Pinto y Valdemoro.<br /> El bueno de Chinchillos decía que había hecho un sensacional descubrimiento, que pronto estaría en los anales de la historia de las investigaciones sobre hechos extraños y paranormales. Esa fue su perdición. Chinchillos, tan cuerdo y sensato como cualquiera, perdía el sentido común cuando se trataba de acabar siendo contado entre los grandes. Ser nombrado junto al gran Zen U-trio, descubridor de tres clases distintas de gambusinos; Cilicio Dolorosa, el primero en organizar un safari debajo de su cama y cazar un hermoso ejemplar de hombre del saco; y, sobre todo, el gran Frick Herrr Himmenner, cuyos estudios, de tan profundos y horribles secretos trataban, que no se le permitía a nadie conocer de ellos. De esta manera, mi amigo, cegado por las ansias de fama, hizo oídos sordos a todas nuestras advertencias y se encaminó hacia los Cerros de Úbeda.<br /> Partió una malhadada mañana de Abril, con la única compañía de su sirviente Gervasio, un indígena bargueño, sordomudo y tuerto, que lo acompañaba desde hacía algunos años. El viaje se desarrolló sin incidentes hasta adentrarse en las peligrosas tierras cercanas a los Cerros. La última noticia nos llegó, por carta, desde un pequeño pueblo que Chinchillos nombraba como "Vejigar". Posteriores iinvestigaciones revelaron que se trataba del pueblo de Begijar (el bueno de Chinchillos era un hacha en eso de encontrar especies con dos cabezas o más, pero no prestaba demasiada atención a nimiedades como la ortografía)... CONTINUARÁ<br /><br />(*1) QNSENET: Siglas correspondientes a "¡Que No Se Entere Ni El Tato!" Evidentemente, el que bautizó al grupo no tenia tiempo de andarse con eufemismos.Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-29928554.post-26360574297285922282007-12-03T13:43:00.000-08:002008-09-21T08:02:05.909-07:00EL BUFÓN Y LA REINA (y III)<a href="http://tolkiengateway.net/w/images/thumb/4/49/John_Howe_-_Morgoth_vs._Fingolfin.png/300px-John_Howe_-_Morgoth_vs._Fingolfin.png"><img style="margin: 0px 10px 10px 0px; float: left; width: 320px;" alt="" src="http://tolkiengateway.net/w/images/thumb/4/49/John_Howe_-_Morgoth_vs._Fingolfin.png/300px-John_Howe_-_Morgoth_vs._Fingolfin.png" border="0" /></a><br /><div>El círculo es dispuesto con prontitud, pintado con cal a la derecha del Camino Real, a la vista de las almenas del castillo. Ocho arqueros, cuatro de cada bando contendiente, se disponen en los cuatro puntos cardinales distribuidos en parejas. Son soldados y caballeros, distinguidos por su destreza con el arco, que tiene la orden de disparar contra cualquiera de los contendientes que se comporte de manera deshonrosa. Los armigios se arman de flechas de penacho negro, hechas con plumas de cuervo; las flechas de los carpatios brillan blancas, pues se confeccionan con plumas de cisne.<br />Los luchadores ya se encuentran en el círculo, vestidos únicamente con los tradicionales pantalones de cazador, vestigio de tiempos en que armigios y carpatios eran un solo pueblo que vagaba por las estepas de más allá de las montañas, poco más civilizados que los bárbaros que arrebataron al buen Bardo familia y herencia. Antes de entrar en la palestra, la Reina, para sorpresa de todos, se acerca a Ricard del Monte Blanco y susurra algo a su oído, luego lo besa en la frente y en los labios. Nadie está tan cerca como para oír lo que le ha dicho, pero en sus ojos hay lágrimas que pugnan por brotar, y pareciera que, si lo hacen, no pararán hasta ahogar a todos los desdichados que su reino habitan.<br /> Los jueces, elegidos de entre los más veteranos caballeros del Reino y el Condado, dan la orden de comenzar haciendo sonar sus cuernos de caza al unísono. En ese mismo instante el Bardo rompe a cantar una vieja canción que relata la fundación de Armigia. El joven Conde mira a los jueces, en espera de que reprendan al irreverente luchador, que por otra parte no se ha movido ni puesto en guardia. “Nada en las antiguas tradiciones dice que un Cazador no pueda cantar mientras lucha” dicen los viejos árbitros, tras una breve consulta entre ellos.<br />Al oír esto, el Conde, furioso y sabedor de su superioridad, como hombre de armas que es, se abalanza sobre la flaca figura de su adversario. Su idea es acabar cuanto antes con lo que le parece una burla a su recién estrenada dignidad real. La muchedumbre que rodea a los luchadores contiene el aliento pues, a pesar de ser un hombre muy fornido, el Conde se mueve con cegadora rapidez. Por un instante todos dan por muerto al osado Bardo, que no hace ni un solo movimiento mientras canta. Pero, cuando la hoja parece que va a travesarle, él, simplemente, ya no está allí. Un paso, ágil y distinguido como el de un bailarín de la corte, ha bastado para evitar la mortal acometida.<br />Mientras tanto su canto, no solo no ha cesado, sino que ha aumentado en vehemencia. La crónica del Reino esta llegando a las primeras guerras contra todos los invasores que amenazaron, en tiempos inmemoriales, la existencia del joven reino. Algunas voces jóvenes, enardecidas por la historia de sus antepasados, se alzan de entre la multitud, uniéndose al Campeón de la Reina. Esto enfurece al Conde, que se lanza contra su enemigo con la furia de mil lobos, tratando de aferrarlo y acuchillarlo. Pero siempre aferra aire, siempre acuchilla al viento. Porque el Manco no para de danzar y, sin esfuerzo aparente, esquiva cada una de las acometidas del salvaje invasor. Y ataque tras ataque cada vez son más las voces armigias que cantan con su Campeón.<br />El combate se prolonga durante horas. El mediodía pasa y llega la tarde. La furia del guerrero titánico contra la destreza del mejor malabarista que estas tierras han visto. Uno lanza estocadas, finta y ataca de todas las maneras que sus artes de luchador le permiten. El otro esquiva y salta, danza y rehuye las cuchilladas, se zafa de las presas y mantiene la distancia de los hercúleos brazos del Conde. Todos nos preguntamos porqué no usa su arma, que ha empuñado con su mano sana desde el inicio del combate, y que, hasta ahora, no ha servido más que para adornar con su acerado brillo los saltos y piruetas de su portador.<br />Cae el sol y se traen antorchas. Y ahora, a la mortecina luz del crepúsculo, todo el Reino canta. Hombres y mujeres; niños, jóvenes y ancianos, entonan las viejas canciones que hablan de su pueblo y de la búsqueda de un lugar en el que habitar en paz, y de cómo lo encontraron y lo defendieron contra todo el que quiso imponer su yugo sobre ellos. Cantan porque empiezan a ver que se hallan de nuevo en una de esas canciones. Cantan porque, como hoy, hubo ocasiones en que sus antepasados se vieron en situaciones como esta y que, como pueblo indómito que eran, las habían enfrentado y vencido todas. Cantan porque un hombre solo, un tullido, es el único que se ha levantado contra el invasor, y desean que su corazón no desfallezca, que su brazo no vacile y que su pie no tropiece. La Reina Margarita canta con prístina voz. Yo canto mientras escribo.<br />Dentro del círculo ambos luchadores se hallan cubiertos de sudor. El Conde resuella como el buey de su estandarte. Ricard del Monte Blanco continúa cantando y danzando como no lo ha hecho en su vida, sangra por vario cortes que el carpatio ha conseguido infligirle. Pero si le duelen no lo demuestra, porque esta es su gran representación, su mejor papel: la actuación que vale por un reino.<br />En el momento en que las más brillantes estrellas comienzan a despuntar en el cielo, el Bardo Manco, tras esquivar de nuevo a su adversario, ha quedado al borde del círculo, con un pie en vilo fuera de él. Viendo su oportunidad, el joven Conde se lanza con el puñal por delante para atravesar de una vez por todas a tan escurridizo enemigo y, a la vez, lanzarlo al polvo del camino. Tiene el triunfo en la punta de su arma. Una terrible expresión de júbilo aparece en sus ojos, para desaparecer al instante. El Campeón de la Reina, dando un prodigioso salto mortal, lo elude apoyando las manos en los anchos hombros del carpatio y queda a su espalda. Nadie nunca ha saltado así, y pasarán muchos años antes de que se deje de hablar del Salto del Bufón, la pirueta que salvó un reino. Pues sin dejar reaccionar al traicionero carpatio, y aprovechando su impulso, Ricard golpea con el pomo de su puñal en la nuca a su adversario, que sale del circulo rodando.<br />El duelo ha acabado El canto cesa. Armigia está en manos del Bufón del Rey. Por un momento, la incredulidad hace que todos los presentes callen. El grito de furia del Conde resuena como el de un animal herido, y como tal se comporta. Rápido como una serpiente, lanza su puñal hacia el Campeón armigio, alcanzándolo en el costado. Ricard cae. El traicionero Conde entona un terrible aullido de triunfo que se trunca cuando varias flechas le atraviesan el pecho. Muere con el asombro en el rostro y el deshonor en el alma. Y he de añadir, en descargo de los caballeros carpatios, que no todos los penachos son negros.<br />La Reina rompe el círculo de soldados que mantienen lejos a la multitud y se arrodilla junto a su campeón. Aún vive, a pesar de tener el puñal del maldito Conde alojado en el pecho hasta la mismísima empuñadura. Pide que se le levante. La Reina no puede sola y un joven caballero, ordenado hace tan solo unas semanas, acude en su ayuda. También hay lágrimas en su joven rostro. El Bardo Manco se levanta y, apoyado en su soberana, se dirige a los jueces:<br />“¡He vencido en buena lid y reclamo para mí el premio! ¿Aceptáis el resultado que los Dioses han tenido a bien decidir?” Su voz trona como nunca antes lo hiciera, pareciera que proviene de los Dioses mismos que acaban de ser invocados. Unánimemente los árbitros, Carpatios y Armigios a la par, admirados por lo que acaban de ver, dan su veredicto.<br />“¡Aceptamos!”<br />“Pues he aquí mis condiciones como vencedor”, responde el Bardo. “En este mismo momento yo, Ricard del Monte Blanco, tomo a Margarita de Armigia como esposa y ocupo mi legítimo lugar como Rey. Que todos los que algo tengan que objetar a este, mi derecho, que hablen ahora o que los Dioses enmudezcan para siempre.”<br />Nadie habla. Ni tan siquiera un pájaro osa alzar su voz contra el legítimo derecho que se acaba de entregar.<br />“La segunda condición es que no he de entregar mi poder absoluto a esta mujer.”<br />El asombro cunde entre todos los que aquello escuchan. ¿Acaso el Bufón los había engañado? ¿Estaríamos eludiendo a un tirano para caer en las manos de otro?<br />“No os asustéis, pueblo mío, pues el mío no será un reinado demasiado largo. Solo una orden he de dar antes de entregar el trono a su legítima dueña pues, por gentileza de mi adversario, me temo que voy a reunirme con él en breve. La verdad es que parecía ansioso por seguir discutiendo conmigo, pero estos fieles caballeros lo han persuadido, de manera más bien drástica, de que era mejor que fuera él por delante para ocuparse de los detalles del encuentro. Escuchadme bien, porque solo esta orden doy como absoluto rey vuestro: que, a partir de hoy, solo la estirpe de Margarita de Armigia reine sobre vosotros, ya sean estos varones o mujeres, con la salvedad de que no sean dignos de ello. Encontrad vosotros los medios para decidir si, de ahora en adelante, un heredero es digno de ello o no. Estoy seguro de que mi querida esposa, es quien abdico todos mis poderes en este instante, sabrá encontrar el modo de evitar que haya reyezuelos y tiranos entre sus descendientes. No es una tarea que yo quisiera llevar a cabo, aunque pudiera. Pero no puedo, mi tiempo se acaba y tengo un largo viaje por delante” Y dicho esto se desploma en los brazos de la Reina y de su fiel caballero.<br />Una comitiva de valientes caballeros, soldados y, también, simples ciudadanos de la Ciudad, se adelanta y alza el cuerpo de su soberano. Acompañan los restos del Rey Bufón, hasta las salas de los Reyes. Al principio callan, pero, súbitamente todos saben que al buen Bardo no le hubiera gustado que en su funeral las plañideras, a las cuales detestaba, hicieran su agosto. De modo que, en cuanto pasaron las puertas de la Ciudad, los barriles de cerveza y vino se abren, se cantan canciones y se danza hasta el amanecer. La primera en romper a cantar es la Reina Margarita, ahora Suprema Monarca de toda Armigia, que entona, de nuevo, las sagas de sus ancestros. Y tan virtuosamente lo hace, que su difunto marido hubiera sentido celos de ella y hubiera querido batirse en duelo de cantos con la hermosa Reina. Al caído lo depositaron en una mesa de mármol, a la derecha del buen Rey Stephan, su amigo y rey. Amarga ha sido esta victoria, pues nos ha costado dos buenos reyes en un solo día, pero no se ha derramado ninguna lágrima por ello. Al menos ninguna que oscurezca el corazón, porque, como dijo el sabio, “A veces es necesario que algunos pierdan las cosas que aman para poderla salvarlas”.<br /><br />Con esto termina la narración del Primer Día del Bardo, que se remonta ya a hace cincuenta años. Desde entonces se conmemora con una jornada en que las puertas de la ciudad están abiertas a todo el mundo. Y nunca los enemigos de Reino se han atrevido a atacar en ese momento, pues se dice que el Bardo Rey vela por sus súbditos, mientras estos festejan la salvación de Armigia y de su Reina; y que, si entonces, cuando sólo era un bufón, hizo lo que hizo, ahora solo los necios se atreverían a atacar la Ciudad cuando se haya bajo la protección de, sino un Dios, sí uno de sus favoritos.<br />Solo me resta por decir que los carpatios marcharon en paz, sobrecogidos por los acontecimientos, en la primera vez en la historia que un ejército victorioso ha abandonado su presa cuando esta estaba indefensa. Desde entonces han sido aliados de Armigia cada vez que se ha solicitado ayuda.<br />En cuanto a la Reina, manda con firme y justa mano sobre todos los armigios, y no se han visto mejores tiempos en estas tierras ni en tiempos remotos ni nunca (lo que es mucho decir). El joven caballero que la ayudó a sostener al valiente Bardo llegó a ser, con el tiempo, Capitán de su Guardia. Aunque su papel en esta historia puede parecer baladí, no lo es tanto si tenemos en cuenta que, también con el tiempo, llegó a ganarse el corazón de la Reina y a ser su Consorte. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión<br />En cuanto a este humilde cronista, Margarita la Bella, tuvo a bien recompensar mis humildes servicios con el puesto de Mayordomo y Gran Chambelán del Reino, cargos a los que ya he renunciado, harto del ajetreo de la Corte. Y también para registrar lo que mis ojos han visto, pues, aunque dudo que sea por méritos propios, mucho me ha tocado vivir que puede servir para que, los que vienen detrás, no cometan los mismos errores que nosotros cometimos, ni caigan en las mismas redes que a nosotros nos tendieron.<br /><br /></div>Jaime González, escritor y ninja en parohttp://www.blogger.com/profile/03280244717499538838noreply@blogger.com0